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Pero, dentro de aquellos monumentales festejos, la plebe gozaba también con la contemplación de fieros animales que, gracias a la extensión del Imperio, podían ir desde tigres o leones, los más vistos en la películas del género peplum, hasta otros animales más exóticos como jirafas, cocodrilos, elefantes, osos, hipopótamos o rinocerontes.
Al principio estos espectáculos de animales objeto de exhibición fueron una novedad y suscitaron el interés de la plebe. El propio Augusto,
aunque no fuese día de representación, si habían traído a Roma algo
diferente y digno de verse, lo mostraba enseguida al pueblo en todos los
puntos de la ciudad, de esta manera y según cuenta el cronista Suetonio, “exhibió un rinoceronte en el campo de Marte, un tigre en el teatro y una serpiente de cincuenta codos en el Comicio”.
Más adelante, estos desdichados animales protagonizaron las denominadas Venationes, espectáculos
crueles en los que las fieras, capturadas en lejanas provincias bajo
jurisdicción romana, eran obligadas a enfrentarse con otras que habían
corrido su misma suerte. La captura de estos animales se hacía
principalmente por empresas especializadas o asociaciones de cazadores
con redes y otras técnicas y estos se transportaban en barco hasta los
anfiteatros en jaulas de madera.
Pero
este tipo de espectáculos, si bien permitía al público la contemplación
de raros ejemplares de la fauna, carecían de la emoción de los combates
de gladiadores. Por ello, algunos de estos luchadores profesionales se
especializaron en la doma y, por supuesto, en el enfrentamiento con las fieras, en ocasiones, ayudados por perros. Muchos fueron los que, contra su voluntad, compartieron la arena con estos animales.
Las más extravagantes venationes ocurrieron en la inauguración del Coliseo por Tito, cuando había una naumaquia , combates de gladiadores, y la exhibición de “cinco mil animales salvajes de todo tipo en un solo día” (Suetonio, Tito , VII.3).
Pero hubo otras ocasiones excesivas como los juegos celebrados por Trajano, tras sus victorias sobre los dacios, “en
el curso de los cuales unos once mil animales, tanto salvajes como
domésticos, fueron muertos, y diez mil gladiadores luchaban” (Dio, LXVIII.15).
LA EVOLUCIÓN
En tiempos de la República las venationes venían a ser la segunda parte del programa después de las luchas de gladiadores, pero con el Imperio constituyeron espectáculo aparte.
El Coliseo
estaba especialmente diseñado para este menester, puesto que contaba
con una serie de pasillos subterráneos, celdas, jaulas y montacargas que
permitían hospedar animales, separados según sus especies, para ir
soltándolos de modo conveniente a lo largo del espectáculo.
Sólo en los Munera (espectáculos patrocinados por el Imperio romano) del año 80 con los que Tito inauguró el Coliseo; fueron sacrifciados 5.000 animales.
Roma aprovechó la fiereza de estos
animales para convertir sus ejecuciones públicas en verdaderos
espectáculos y todo el imperio contribuía aportando sus animales más
exóticos: hipopótamos del Nilo, jirafas del sur, elefantes de
Libia, tigres de Hircania, osos y jabalíes del Rin y del Danubio, cabras
salvajes de Hispania, leones de Tesalia y del Atlas…
Lo que
llega a indignar de las venationes es la cantidad de víctimas que se
llegaban a cobrar un baño de sangre donde las fieras flotaban a puñados:
- 5.000 en los munera del año 80 con los que Tito inauguró el Coliseo;
- 2.246 y 2.243 en solo dos munera de Trajano,
- El dictador Sila (93 a.C.) había exhibido 100 leones en la arena,
- Julio César 400,
- Pompeyo 600 leones, 20 elefantes y 410 leopardos que luchaban con gétulos (tribu africana) armados con dardos.
- Después de la victoria de Trajano sobre los dacios, celebró unos juegos en los que se mataron 11.000 animales.
Como curiosidad añadir que la
carne de las fieras muertas en las venationes se repartia entre el
público como alimento al acabar el espectáculo. Aunque estas carnicerías comenzaron a repugnaban a muchos de los romanos de finales del siglo III.
Lo que ocurrió con estas matanzas
fue que los emperadores purgaron a sus provincias del terror de las
fieras que las acechaban pero con un alto precio, el del exterminio.
Gracias a ellos en el siglo IV, ya no quedaban hipopótamos en Nubia, leones en Mesopotamia, tigres en Hircania ni elefantes en África del Norte.
En una segunda entrega veremos unos cuantos tipos de espectáculos de Venationes.
Bibliografía:
- La vida cotidiana en el apogeo del Imperio; Jérôme Carcopino.
- Vida cotidiana en la Roma de los Césares; Amparo Arroyo de la Fuente.
- Breve historia de los gladiadores; Daniel P. Mannix.
- Roma de los Césares; Juan Eslava Galán.
Publicado en Arquehistoria.