He visitado en varias
ocasiones como neo-inmigrante a la Plaza de Sol, desde que ha sido tomada por
los indignados. Me llevó la curiosidad femenina.
Cada día fue distinto y cada día fue
mejor. Observé a ciudadanos comprometidos con la realidad social, inquietos,
molestos y sobre todo con deseos de ser escuchados en unos años donde la voz
del poder se ha concentrado en políticos, empresas y cada vez menos los
ciudadanos de un país insultado por los desajustes socio-económicos.
En España las mujeres son mayoría. La
población total asciende a 46.152.945 habitantes. De esa cifra 23.428.060 son
mujeres frente a 22.724.866 hombres. Esta mayoría también se refleja en la tasa
de paro, que las favorece 21,94% en contrario a una masculina de 20,76%, según
datos de la población del primer trimestre de 2011 del Instituto Nacional de
Estadísticas. Si a juzgar por aspectos cuantitativos los indicadores son
motivos suficiente para estar presentes.
De las mujeres presentes en Sol, no tengo
cifras pero siempre son muchas, activas y participantes.
Observé el vigor de la participación
femenina en esta acción colectiva. Compartí con ciudadanas de varias
generaciones: desde veinteañeras recolectando firmas, ordenando donaciones de
alimentos, atendiendo a los niños de las que se acercaron al lugar con sus
peques, activistas por el medio ambiente; hasta las más mayores, que
deseaban saber “¿De qué va esto?”.
Mujeres muy activas y participativas muy
al contrario de la petrificada estatua de la Marilinda, -único emblema femenino
en la Plaza de Sol- y que se vistió de panfletos por una sociedad distinta.
No puedo dejar a un lado a las periodistas
y fotógrafas en busca de la mejor imagen para dar a conocer al mundo la
sorpresiva revuelta social española. Para muchas quizás su primera gran
cobertura, luego de las celebraciones por una España victoriosa en el pasado
mundial de fútbol.
Y por supuesto, las turistas que se
sorprendían al ver el escenario de sus compras tomado por una acción que se
sabe convocó a más de 130 mil personas en todo el territorio peninsular.
Observé escasa presencia de inmigrantes
femeninas al menos del lado activo de la protesta. Quizás, una pauta
de que aún falta mucha integración, que es un proceso en el que los
primeros pasos lo deben dar los nativos o que sencillamente estarían
trabajando y en otra realidad, tan compleja como las que convoca a los
indignados.
Esta acción ha sido el primer gran paso de
una nueva generación de activistas en España. ¿Por qué?. Son mujeres
que le han dado la cara a la protesta con mucha acción, creatividad y creencia
en sus ideas.
Han expuesto su potencial para manejar
conflictos. ¿ O es que acaso acampar en medio de los ojos del mundo con temor a
un desalojo policial no es un reflejo de esto?. Muchas con perfil de lideresas,
con capacidad de comunicación cara a cara y pericia para manejar equipos
tecnológicos de última generación. También estaban las voluntarias con deseos
de hacer actividades diferentes y comprometidas socialmente.
Las musas de Sol actuaron y lo seguirán
haciendo con alegría. Su participación en este episodio ya significa un ángulo
distinto en su hoja de vida. ¡Ya veremos si le interesa a algún empleador !.