La semana pasada como se había anticipado con anterioridad
en los círculos más influyentes del análisis económico y financiero mundial, el
Presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos Ben Bernake, anuncio la
eventual disminución de su programa de estímulos antes de finales de este año.
La noticia provoco la caída de todas las bolsas de valores
del mundo, incluyendo la mexicana, efecto que además en nuestro país provoco la
consiguiente fuga de capitales y la caída del peso frente al dólar.
En lo que pudo parecer un intento por reactivar la economía norteamericana,
la Reserva Federal ha venido disminuyendo paulatinamente la tasa de interés de referencia, buscando que
los bancos pudieran ofertar créditos más baratos.
La idea por supuesto era que un aumento de las solicitudes
de crédito, significara una mayor demanda de bienes servicios y esto a su vez fomentaría
un mayor flujo de circulante.
Sin embargo eso no ha sido suficiente, por lo que
adicionalmente la Reserva Federal desde hace cinco años, ha estado comprando
activos respaldados por hipotecas, así como bonos del tesoro.
Estamos hablando de que actualmente esas compras oscilan
alrededor de cuarenta mil millones de dólares mensuales en bonos soportados por
hipotecas y cuarenta y cinco mil millones más en bonos del tesoro.
Los bonos de deuda son papeles con valor económico que
emiten y colocan los tres niveles de gobierno, o los corporativos en los
mercados financieros nacionales e internacionales, para obtener dinero prestado
a cambio del pago de una tasa de interés atractiva para los inversionistas.
Pero eso no ha logrado que en Estados Unidos la inflación baje
del siete por ciento y la inflación no suba más del tres por ciento, cifras que
representan la meta que justificaría la estrategia de la Reserva Federal.
De cualquier manera y aun considerando que los resultados de
la intervención de la Reserva, no han alcanzado los parámetros previstos, y que
hay síntomas de recuperación moderadas, Bernake expreso su intención de reducir
los alcances del programa de estímulos.
La sola mención, que se puede anticipar como el antecedente
de un anuncio oficial, de inmediato colapso las bolsas de valores, provocando
una gigantesca volatilidad.
Naturalmente la disminución de los estímulos a cargo de la
Reserva Federal, implicaría un aumento de las tasa de interés, lo que de nueva
cuenta significaría una contracción de la economía norteamericana, sin omitir
la influencia global negativa que eso traería aparejada.
Este tipo de anuncios provocan nerviosismo y sobre todo
mucha especulación, los rangos de esta reacción se observan en la caída de las
bolsas y el tipo de cambio y aunque la Secretaria de Hacienda y el Banco de México,
insistan en lo contrario, la afectación en nuestro país es tangible.
Porque como base de la especulación, los inversionistas
buscan escenarios de seguridad a través de instrumentos que si bien no les
aporten mayores rendimientos en el corto plazo, si al menos menor riesgo.
Es por ello que salen las divisas del país, generando el
aumento de la demanda de dólares y elevando el tipo de cambio tal y como sucedió
en la crisis financiera mundial hace cinco años.
Incluso Luis Téllez Presidente de la Bolsa Mexicana de Valores,
se aventuro a señalar que este comportamiento negativo, calificado de sobre reacción,
no corresponde a la situación nacional.
Pero la volatilidad propiciada por la sobre reacción, por
supuesto que nos perjudica, no se trata de un tema de racionalidad, simple y
llanamente, una grave afectación a nuestro tipo de cambio.
El tipo de cambio ciertamente es un precio más en la economía,
pero su importancia radica en que está ligado no solo a los precios del propio país,
sino también a los del exterior.
Debido a ello las fluctuaciones tienen consecuencias
directas en la inflación, los salarios, las tasas de interés, los niveles de producción
y el empleo y en nuestro caso debido a nuestra coyuntura el tipo de cambio
referencial es frente al dólar estadounidense.
El deterioro en el tipo de cambio, reduce la capacidad de
compra y encarece nuestros productos, lesionando severamente las exportaciones
mexicanas, así que por un lado, hay alza de precios y por la otra parte menor
capacidad de venta.
De entrada la reducción del programa de estímulos, conlleva un
retroceso, es decir una reversión de todo lo que se había logrado conseguir, al
menos a manera de contención.
Siendo así las condiciones quedarían en circunstancias similares
a las que se vivieron durante la crisis económica pasada, por lo menos en
materia de deuda y eso va a limitar los esfuerzos de crecimiento.
Es por ello que entre otros factores, en una columna anterior
hablamos de señales que indican que estamos en la antesala de otra crisis económica
mundial.
Sin embargo y también en referencia a otra colaboración anterior
en este espacio, decíamos que los Estados Unidos han iniciado negociaciones con
la Unión Europea para establecer un tratado de libre comercio.
De tal suerte que si analizamos los tres factores, es
evidente que hay una estrategia de por medio, es decir que ante la inminencia
de otro fenómeno financiero mundial, los Estados Unidos habrán de apostar por
fortalecer la integración comercial occidental.
Siendo así es muy probable que si los trámites para
establecer y consolidar el acuerdo de inversión trasatlántico demoren un año y
medio como se ha dicho, el programa de reducción de estímulos de la Reserva
Federal vaya en la misma sintonía.
Lo que sugiere que la disminución de estímulos será paulatina
y cronometrada para coincidir con el tratado con Europa, no porque se trate de
una substitución, sino de la maduración de un proyecto de mayor alcance.
Entretanto lo que vale la pena ponderar una vez más, es que si
el anuncio de Bernake provoco tal efecto en nuestra economía, solo habría que
imaginar lo que sucederá cuando realmente se detengan los estímulos.
Lo que pasara una vez que se firme el acuerdo de inversión trasatlántico
entre norteamericanos y europeos, porque no hay duda significara un
acontecimiento impactante para nuestra economía.
Porque digan lo que digan nuestras expertas autoridades en
la materia, la economía no se dirige con buenas intenciones y frases, no será un
catarrito y tampoco estamos llevando ningún tratamiento preventivo.