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Artículos más o menos, lo que me preocupa, producto de lo que observo todos los
días, es el espíritu que debe animar esa ley. A punta de abultar las leyes
existentes no tendremos mejores padres. Se trata de crear conciencia de que
engendrar vida supone deberes ineludibles e intransferibles. Y es ahí donde
debo decir que, en este país, tal cual somos, estoy de parte de las madres que
llevan buena parte de la carga familiar, si es que no toda. Soy testigo de lo
mal que lo pasan muchísimas madres separadas, abandonadas en Chile; cómo su
vida es un peregrinaje en tribunales por cuatro chauchas para dar de comer a
sus hijos.
Reconozco que existen padres
que son cumplidores en el pago de las pensiones, que van más allá del estricto
cumplimiento de la ley, que se encuentran con ex-cónyuges que les hacen la vida
imposible, que dosifican sus visitas a los hijos, que los extorsionan con permisos
famélicos. Es cierto que se dan de esos casos. Pero me toca ser testigo
cotidianamente del abandono de muchas mujeres, de miles que deben llenar la
olla a punta de sacar fuerzas de flaqueza, multiplicándose en esfuerzos para
lograr llegar más o menos dignamente a final de mes.
La verdad, la mujer separada
en Chile no lo tiene fácil. ES lo que escucho de los mismos hijos. Son pocos
los hijos de padres separados que me hablen bien de sus padres. Y no por lo que
les digan sus madres. Al contrario. Muchas madres cuidan la imagen paterna ya
que saben que es importante para el equilibrio emocional de los hijos.
Tengo un gran aprecio por el
mundo femenino chileno. Soy testigo de su empeño, dedicación y entrega. No lo
veo así en el género masculino. Ya lo he dicho en columnas anteriores: la
palabra papá en este país se escribe con minúscula, lamentablemente. Algunos hombres
salvan el género, gracias a Dios. Pero son demasiados los que han transformado
la paternidad en una caricatura tristona, patética; que andan de cuentacuentos por
la vida, embolinando a sus hijos con promesas, llorándoles soledad y abandono.
Y, ojo, si usted buen amigo, que lee estas líneas, es papá y no es de esos, no
se preocupe entonces.
Insisto. Quienes son fieles
cumplidores de sus obligaciones paternas y se han hecho cargo responsablemente de
lo que engendraron, bienvenido sea. Hacen lo correcto. Nada más.
El problema son los
irresponsables, los que se desentienden y se hacen los lesos. El daño es
enorme.
Apoyo una ley de tuición compartida
si ella sirve para que, quien ha sido negligente en el cumplimiento de sus
deberes de padre o madre, los reasuma. Así de simple.
Hugo Tagle M.Twitter: @hugotagle