. Era irremediable, por tanto, que se decidiera a
escribir una novela, y entrar en ese mundo fantástico en el que las palabras
construyen historias, que nos transportan por lugares ignotos de nuestra
imaginación, en donde la vida sucede de una manera ajena a nuestra realidad, convirtiéndonos
en espectadores, a veces cómplices, de acontecimientos y personajes con los que
empatizamos, amamos, odiamos y nos emocionamos.
Es en ese fabuloso mundo de la novela
donde Antonio Arbeloa ha entrado sin miedos ni contemplaciones de novelista
primerizo, con una novela, “El amor de
deshora”, bien armada, que sigue una estructura in crescendo hacia la
resolución final; escrita con una prosa cuidada y de lectura ágil. En torno a
una trama de novela policiaca, en la que unos asesinos, que actúan movidos por
un honor muy primario, ponen en jaque a la policía de España e Italia, va
desgranado, magistralmente, como influye el amor en la vida de los personajes,
que transitan por la novela marcados por amores eternos, inquebrantables, de
esos que se instalan a primera vista en el corazón y ya no vuelven a
desocuparlo jamás; y amores que llegan inesperadamente, a deshora, cuando ya a
la vida sólo se le pide el olvido de pasiones pasadas, o que la rutina del
actual no se haga insoportable.
Es, por tanto, “El amor a deshora” una novela coral, en la que los personajes se
van moviendo, sabiamente, de la mano de Antonio Arbeloa por distintas ciudades
europeas entre el crimen ,el honor, el amor y el desamor, cada uno con su historia
acuestas, con la vida que les ha tocado vivir, para lo bueno y para lo malo.
Personajes que no creen en la salvación por sus actos, sino que transitan por
la vida con las cartas de su destino ya echadas, intentando jugarlas lo mejor
posible. Una lectura que no defrauda y mantiene el impulso de seguir leyendo,
sin cansancio, trufada de un enrome despliegue de referencias culturales.