. Se han crispado algo los ánimos en las últimas semanas, pero justamente ello nos debe llevar a ser especialmente cuidadosos en la tolerancia y respeto al otro; ante quien piensa diferente, que no es enemigo sino adversario. Cualquiera sea el tema de discrepancia, de discusión, desde lo doméstico hasta lo laboral o político, el tono y las formas deben ser siempre de consideración y respeto al otro.Se han ido degenerando las relaciones sociales en nuestro país. Culpo a la TV y las redes sociales con su abuso de garabatos y por amparar el lado oscuro y algo turbio de algunos coterráneos quienes, ocultos en un anonimato cobarde, se permiten palabras, gestos y comportamientos en los que no caerían a plena luz del día, y menos estarían dispuestos a asumir sus consecuencias.Los agresores de los dos candidatos – de diferentes tiendas políticas – se escudaron cobardemente en el montón, sabiendo que la sanción será mínima y que el agredido poco y nada puede hacer. La sanción pública es también escasa y lo lamento. Rápidamente tendemos a disculpar, a considerar que “no es para tanto”; que, total, hay “cosas peores”. Sin duda hay conductas peores. Pero vamos pensando en que atropellar al otro, pasarlo a llevar, es parte de lo que tolerable. Y no es así. Finalmente legitimamos un trato inhumano, denigrante. El cuidado de la convivencia social es tarea de todos. El chileno tiende de suyo al recato, cuidado, mesura, respeto. No somos de golpes, palabras destempladas, arrebatos o gritos. Lo observo en el metro, en los buses donde, a pesar del atochamiento, la gente rara vez empuja desmedidamente. Se ha perdido eso sí, una consideración mínima por las personas mayores, los ancianos y las embarazadas. Bueno sería recordarnos unos a otros, especialmente a los jóvenes, que por ahí comienza el cambio social que tanto anhelamos. Pero el respeto no consiste solo en “no agredir”, no hacer el mal. Consiste en hacer positivamente el bien, estar atento a quien necesita algo, mostrarse proactivo, despierto. La bondad no es un letargo desanimado, sino acción, hacer sentir bien al otro. “Nadie es tan pobre que no pueda regalar al menos una sonrisa”, repetía el Padre Hurtado. Podríamos decir que nadie es tan pobre que no pueda hacer sentir bien a quien tiene a su lado, dignificarlo, valorarlo, hacer que termine el día un poco mejor de lo que lo empezó.Si todos hiciéramos un poco de bien cada día, otro gallo cantaría en nuestra patria. Un gesto amable no cuesta nada. Pruebe a hacer uno a lo largo de este día. Verá que usted termina mejor la jornada. Es curioso, pero el primer beneficiado con un gesto bueno es uno mismo.Hugo Tagle@hugotagle