Laura Chinchilla ha resultado una enorme
decepción para el pueblo de Costa Rica. Es, desde hace muchos meses,
quizás años, la mandataria más impopular de Latinoamérica, según
encuestadoras como Latinobarometro y otras que se dedican a estos
menesteres. Al ser la primera presidenta en su país, inició su periodo
con altísimas expectativas.
El escándalo. Resulta que el hermano país
no tiene un avión presidencial en este momento. Es común, a través de
las últimas décadas, que el Gobierno de Costa Rica utilice vuelos
comerciales para trasportar a su presidente. También han recurrido por
años a Panamá y México para que los aviones presidenciales de estos
países le brinden el apoyo a la casa presidencial tica. Para los
políticos de ese país, no es necesario invertir en una aeronave y lo
utilizan como un símbolo político.
Este punto del avión siempre es
debatible. En la última cumbre del Sistema de Integración
Centroamericana (Sica) que se realizó en la capital josefina
aprovechando la visita del presidente de Estados Unidos, Barack Obama,
nos encontramos con una situación que delata el problema. El Gobierno de
Nicaragua, que usualmente utiliza aviones de la estatal de petróleos de
Venezuela PDVSA, esta vez, y para guardar las apariencias, usó a modo
de alquiler un avión de una aerolínea comercial panameña, lo cual fue
catalogado como curioso por los periodistas que cubren el evento. Pero
esta acción no fue un acto aislado.
La presidenta Chinchilla ha realizado más
de catorce viajes internacionales, según fuentes de prensa de ese país,
utilizando aviones privados prestados. Ya los medios le estaban dando
seguimiento, al ser tan impopular, a esta rara afición de los
colaboradores de casa presidencial de Costa Rica que su presidenta
utilizara este tipo de transporte, sobre todo si no se tiene clara la
razón real de estos préstamos.
Costa Rica, en los años noventa del siglo
pasado, estaba a la vanguardia en todos los indicadores y renglones
sociales, económicos y políticos, siendo el país vanguardia de la
región.
Eso hoy día ha cambiado dramáticamente.
Quizás en segmentos como desigualdad, salud y educación, el vecino país
mantiene ese estatus. Y los ticos lo sienten y lo resienten. De ahí la
baja calificación de su actual presidenta.
Volviendo al avión. Días atrás, la
presidenta Chinchilla anunció un viaje privado a Perú, de un día para
otro, sin más detalles. Incluso, su canciller resultó sorprendido por la
inesperada visita al país sureño. El motivo, que después fue conocido,
tenía que ver con la boda de un hijo de uno de sus vicepresidentes.
Los medios de comunicación logran la
información ya conocida del origen del avión mencionado, lo que motiva
una crisis en la muy tranquila Costa Rica.
En medio del problema, la presidenta
anuncia, en una inédita cadena nacional en directo, la aceptación de la
renuncia de altos colaboradores y miembros de su gabinete ministerial.
Es muy común que los presidentes latinoamericanos crean que cierran sus
crisis de confianza removiendo a personas en su gabinete. Siempre es un
error.
Lo claro es que la torpeza política con
la que se manejó este incidente por parte del Gobierno tico podría
terminar afectando con miras a las venideras elecciones de 2014 al
candidato favorito en las encuestas, al actual alcalde de San José, la
capital, Johnny Araya Monge, también miembro del gobernante Partido
Liberación Nacional, pero alejado y enfrentado políticamente a la
presidenta de ese país.
Costa Rica le demuestra al resto del área
que esa discusión politiquera de los aviones presidenciales es pura
demagogia que termina saliendo caro.
El medio de transporte es sencillamente
necesario. Y los políticos deben entender que siempre van a viajar más
que su antecesor. El mundo cambia y así son las cosas.
Mientras menos posibilidad tenga
particulares de ofrecer estos “préstamos” a los generadores de políticas
públicas y proyectos estatales, con más confianza los ciudadanos
sabremos que este tipo de escándalos terminarán siendo solo parte de
nuestras anécdotas como países centroamericanos.
Este episodio está lejos de concluir. Ya creo que terminará pasando factura política en las próximas elecciones.
Artículo publicado el 23 de mayo de 2013 en el Diario Panamá América