Al igual que toda la oleada de películas de terror francesas que fueron sucediéndose con la entrada del nuevo milenio, Instinto siniestro (Alexandre Bustillo & Julien Maury, 2011) también bebe del cine de horror japonés, movimiento que ha sometido al género a la mayor regeneración de los últimos años. Un hecho que comulga perfectamente con que la ópera prima de esta pareja de directores, guionizada por el primero de ellos, se inspire también en clásicos como La semilla del diablo (1968) ya que, como en la obra de Polanski, la trama gira en torno a una embarazada primeriza. Sin embargo, aquí el elemento fantástico se deja de lado para narrarnos cómo, tras afrontar la pérdida de su novio en un accidente en el que ella también se ha visto involucrada, Sarah Scarangelo se dispone a pasar sus primeras navidades en solitario. Todo transcurre con normalidad hasta que un día una mujer (Béatrice Dalle) invade su casa con la firme intención de apropiarse del niño que lleva en sus entrañas. Una mujer que, desde su primera aparición en escena, anuncia una tragedia de dimensiones descomunales. La intriga sobre quién es realmente ella y cuáles son sus motivos para cometer tal fechoría es de lo que se sirven los directores para mantener enganchado al personal en sus extraordinariamente bien aprovechados 83 minutos de metraje.