Es muy
comùn que los Autores Esotèricos del siglo XIX; XX y de los comienzos del siglo
XXI hagan acto de omisiòn a la Eneida y a Virgilio como referente obligado en
sus libros y conferencias. La ignorancia de los Libros Clàsicos Antiguos es
algo proverbial y vergonzoso en el desarrollo de la temàtica esotèrica de La
Nueva Era. Apenas se menciona al pasar algo sobre al Odisea y Ulises. Si no
fuese por algunas pelìculas que nos recuerdan a un Perseo desnaturalizadoy
a Hèrcules. el gran pùblico no sabria casi nada de la mitologia clàsica
greco-romana.
Virgilio escribiò la
Eneida durante varios años por peticiòn del Emperador Cèsar Augusto un poco
antes del comienzo de la Era Cristiana. Su objetivo era demostrar los orìgenes
mìticos y sagrados de la Fundaciòn de la ciudad de Roma, el gran imperio latino
emergente.que paso a paso iba reemplazando a la civilizaciòn griega que ya
habia conquistado las costas del mediterràneo en los ùltimos seiscientos años.
Para ese objetivo
utiliza la figura de Eneas, hijo de Enquises y de Afrodita, quien huye de una
Troya destruida y navega por el Egeo, el Adriàtico y el mediterràneo central
hasta llegar a las costas del Centro Este de Italia, a la actual Bahìa de
Nàpoles y costas adyacentes, para consultar a la Sibila de Cumas, en el
Santuario de Apolo Febo, señor de la Luz y de la Profecìa. Su descendencia
fundarà Roma.
Pero este escueto
resùmen omite lo principal del libro de Virgilio. Justamente Eneas es un
guerrero psìquico, un contactado por elevados seres invisibles, un hombre con
dotes paranormales, un vidente y soñador hiperlùcido en comuniòn con
inteligencias superiores, que va viajando en busca de su destino con sus amigos
troyanos sobrevivientes, guiado por los dioses hacia las tierras de las siete
colinas a orillas del Tiber. Todo un Exodo de Israel, pero por via acuàtica.
Mes a Mes, Año a Año, de
Santuario en Santuario, de sueño en sueño, de visiòn en visiòn, Eneas avanza
hacia la Roma que aùn no existe en el plano fìsico, pero si en la mente de los
Dioses. Los sacerdotes de Apolo lo asesoran para que entienda los signos que
los Dioses le envìan, para que no se duerma en su espìritu y abandone la misiòn
asumida o su Dharma.
La Sibila de Cumas lo
ayuda a salir del cuerpo para bajar a los infiernos, conocer el reino de los
muertos, hablar con su padre Anquises, fallecido hace dos años, informarse de
los misterios de Dios como Alma Universal y sobre la reencarnaciòn y sus leyes,
como tambièn escudriñar su futuro personal y su alta misiòn històrica.
El màs denso de los
capìtulos en materia esotèrica es el sexto, dato que no significa que los otros
capìtulos no contengan numerosas anecdotas psìquicas paranormales de contacto
con seres fantasmales, dioses, lares y semidioses, con los que nuestro hèroe
dialoga.
Iris, Hermes, Apolo,
Juno, Jùpiter, Minerva, Hades, Orcos, Fantasmas y otros espectros, entran y
salen de la Eneida en sus doce capìtulos, en una cadencia y armonìa dinàmica
tan interesante como para que esta magna obra de Virgilio sirviera de
inspiraciòn al Dante Alighieri para escribir su famosa Divina Comedia.
Leer la Eneida es el
placer de los que saben y de los que desean "saber" de verdad.