En un pasaje del libro-entrevista “El Jesuita” al entonces Cardenal Bergoglio, el Papa Francisco cuenta una anécdota que lo marcó dolorosamente: ser testigo en un aeropuerto de un exabrupto de un señor mayor, muy circunspecto, quien comenzó a exigir todo tipo de atenciones dado, según él, su “importancia y ocupación”. Al actual Papa se le quedó grabado el tono y sobre todo la recurrencia a su “estatus”, argumento tan prepotente como triste. Tanto le llamó la atención que lo cita en su libre y de paso hace famoso a este personaje. No da su nombre, pero pasará a la historia como citado como ejemplo de lo que no se debe hacer. Entre más arriba en la escala social, posibilidades, medios y conocimientos, tanto más humildes, respetuosos y cuidadosos debemos ser en el trato con los demás. Los medios humanos son una gran responsabilidad no un derecho.Se ha recurrido mucho al término abusos. Traspasa el inconsciente colectivo, casi se ha transformado en un ingrediente más de nuestra forma de relacionarnos. Todos se sienten atropellados por uno u otro. Estamos atentos a que no se deje abusar de tiempo, fuerzas o medios. Algo hay de cierto. Los casos más emblemáticos de abusos venteados por la prensa dan cuenta de situaciones anómalas que no se deben repetir.Pero lo triste es que esta sensación ambiental se traspasa a la convivencia cotidiana. Algunos no aprenden. Deambulan por la vida como dueños de ella no como inquilinos que están de paso y, lo más importante, que son tan deudores como el resto.Gracias a Dios, nos encontramos con una ciudadanía más empoderada, más consciente de sus derechos. Cada cual lo está. Pero lo mismo debe llevar a recordar que tenemos deberes ante esta misma sociedad. La célebre frase sartreana recupera hoy nueva validez en un mundo de constantes atropellos: “mi libertad termina donde comienza la del otro”. Tiene un trasfondo egoísta, pero el sentido es correcto. El otro merece tanto y más respeto que yo.Pienso especialmente en el mundo laboral, donde las quejas se hacen sentir con fuerza. Hacer del otro un socio, parte activa y determinante en lo que se produce, es el mejor negocio. Así lo han expresado en múltiples documentos los Padres de la Iglesia, sobre todo Juan Pablo II en su sabia encíclica “Laborem Exercens”.En fin, trate de tratar bien a los demás. Así de simple. Hoy en día estamos todos en la mira de una cámara o celular. No hay que portarse bien solo por miedo al escándalo, pero siempre es un recuerdo de que en nuestro pequeño mundo, los gestos y actitudes valen más que cientos de páginas sobre el respeto a los demás.