Cómo arruinar una Comunidad Autónoma

La lectura de los datos económicos de la Comunidad Valenciana produce sensación de pánico, como si estuviéramos al borde de un abismo a punto de despeñarnos. No hay ningún número alentador que puede hacernos ver una pequeña luz al final del túnel, quizá porque estamos en todos los parámetros por debajo de la media nacional, y el interruptor que puede iluminar el futuro, aunque sea levemente, sólo se encuentra a partir de la mitad de ese túnel. Un déficit disparado, un paro galopante, un PIB en decrecimiento, una deuda asfixiante, un sector productivo en retroceso, y una corrupción que al igual que el Caballo de Atila no ha dejado hierba a su paso,  han convertido a la C.V. en un territorio empobrecido, situándonos por debajo de esa línea imaginaria que dibuja dos Españas: de Madrid para abajo con unas tasas negativas en todo insoportables, y de Madrid para arriba con cifras que, aunque golpeadas por la crisis, en algunos casos son de ensueño para los valencianos.

 

. No hay ningún número alentador que puede hacernos ver una pequeña luz al final del túnel, quizá porque estamos en todos los parámetros por debajo de la media nacional, y el interruptor que puede iluminar el futuro, aunque sea levemente, sólo se encuentra a partir de la mitad de ese túnel. Un déficit disparado, un paro galopante, un PIB en decrecimiento, una deuda asfixiante, un sector productivo en retroceso, y una corrupción que al igual que el Caballo de Atila no ha dejado hierba a su paso,  han convertido a la C.V. en un territorio empobrecido, situándonos por debajo de esa línea imaginaria que dibuja dos Españas: de Madrid para abajo con unas tasas negativas en todo insoportables, y de Madrid para arriba con cifras que, aunque golpeadas por la crisis, en algunos casos son de ensueño para los valencianos.
            Uno se pregunta qué bicho le ha picado a esta Comunidad que ha pasado de ser en menos de veinte años el mirlo blanco de la economía nacional, a estar casi en el coche escoba del pelotón del Estado de las Autonomías. Qué tipo de borrachera hemos tenido todos: sociedad, políticos, agentes sociales, Consell, instituciones y demás participantes en este delirio de grandeza y enriquecimiento fácil, que han paseado por el mundo una falta de humildad absoluta, necesaria para no sacar los pies del tiesto. La sociedad por haber sido cómplice del despilfarro, la oposición por mirar hacia otro lado cuando la falsa bonanza llenaba los arcas de Hacienda y los agentes sociales por no poner freno a un enriquecimiento falso, sustentado en la especulación, los salarios bajos, el empleo precario y la corrupción. Pero el más responsable de todos es el Gobierno de la Generalitat, que, no lo olvidemos, está ocupado durante estos últimos casi veinte años por el Partido Popular, que ha sido el artífice, con sus políticas de gasto desenfrenado y fomento de la corrupción, de llevarnos a esta situación de absoluta ingobernabilidad y caos económico, por mucho interés que quiera poner el actual Consell en enderezar la Comunidad.

            Por fin los expertos empiezan a darse cuenta que el principal problema que tiene la C.V. es de financiación.  Cuando el gasto per cápita es el 78% de la media nacional, ya un gasto menor desde que se homogeneizó el sistema en 2002, no se puede pensar que el derroche económico viene producido por políticas de fomento y desarrollo del estado de bienestar, sino más bien por otros dos motivos que han resultado letales para los valencianos. El primero de ellos, la galopante corrupción que anida en el seno de la sociedad, con un grupo selecto de empresarios y políticos del Partido Popular a la cabeza, que ha supuesto, según Transparencia Internacional, una pérdida de 1.200 millones de euros en los últimos tres años; 6.000 MM en los últimos 18 años, según el Informe por la transparencia y contra la corrupción, presentado en febrero de este año por el PSPV. Un gravísimo problema todavía no cerrado ni políticamente ni judicialmente, que de no haberse producido habría evitado muchos males, y sobre todo, no tendría situada a la C.V. al borde de la quiebra. El segundo motivo tiene que ver con la financiación, a todas luces insuficiente e injusta, que ha abocado a los valencianos a encontrarnos en una situación de agravio comparativo con respecto a los ciudadanos de otras comunidades. Según datos del catedrático de la Universidad de Valencia Francisco Pérez, el precio que ha pagado la C.V. por la deficiente financiación entre el periodo 2002-2010 ha venido a suponer 1.000 MM de euros por año, si se estuviera en la media de financiación nacional, 3.000 MM, si se estuviera en la cabeza, lo que habría evitado el 90% de la deuda adicional que se ha producido en estos años, situando el endeudamiento en un razonable 13% (cuatro puntos por debajo de la media nacional, sin tener en cuenta el coste económico de la corrupción), en lugar del 29% actual. Esto habría evitado, según publica el diario Levante el 22 de Marzo de 2013, que en los próximos tres años el Consell tenga que devolver por el FLA y el Plan de Pagos 2.629 MM al Gobierno Central entre principal en intereses, con la consiguiente asfixia de la finanzas valencianas.

            Estos tediosos datos, por los que les pido disculpas, nos hacen ver que sólo hay una solución para salir del socavón financiero en el que se encuentra la C.V., necesario para que los valencianos podamos volver a respirar sin miedo a qué recorte vendrá mañana. Como el dinero de la corrupción no se va a recuperar, el camino está en acabar con la discriminación que sufre la Comunidad, que se dibuja por el rediseño de una nueva fórmula de financiación por parte del Estado. Una negociación que se antoja urgente, a no ser que el ministro Montoro, con el visto bueno de Mariano Rajoy, lo que pretenda es cargarse el Estado Autonómico por la vía de la asfixia económica, que debería pasar por la condonación inmediata de toda la deuda que tiene la C.V. con el Estado, mientras se soluciona un  nuevo modelo de financiación, con carácter retroactivo, que salde el déficit financiero sufrido en estos años y siente las bases del futuro económico de la Comunidad sin despilfarros ni despilfarradores. Pero para ello sería necesario que los Partidos dejaran de usar la financiación como arma arrojadiza electoral y asumieran el  compromiso con la ciudadanía de alcanzar un gran pacto que obligue, con una sola voz, a negociar al gobierno central. La otra solución es la convocatoria urgente de elecciones y que los ciudadanos decidan, para que no vuelva a suceder que a un niño con síndrome de down se le deniegue la ayuda con la excusa de que no es dependiente, como ha sucedido recientemente en este Comunidad, por  poner un ejemplo del absurdo al que estamos llegando.

UNETE



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