Dice Roberto Esposito, en un magnífico libro traducido por Herder*, que el nazismo abrió una forma nueva de hacer política, forma que Foucault había identificado como biopolítica y podía ser achacada a todos los totalitarismos, pero al ver de Esposito, el nazismo lo hizo de forma sublime: identificó su proyecto político con su proyecto social y biológico. Sus exterminios no eran ideológicos, sino higiénicos. Se trataba de sanar al cuerpo social extirpando los agentes contaminantes y los contaminados, era una cuestión de salud pública. Pero lo más grave, lo más preocupante, lo que nos debe llevar a pensar de forma serena qué mundo estamos construyendo es que el nazismo alberga una dimensión que forma parte de nuestro mundo posmoderno, el mundo de hoy es la expresión acabada del nazismo. La globalización posmoderna es la victoria póstuma de Hitler.