Ya en 1894, Don Santiago Ramón y Cajal, había vislumbrado la posibilidad de
que algún tipo de cambio en las sinapsis, podía ser Importante en el
aprendizaje:
… las conexiones preexistentes entre ciertos
grupos de células, se reforzarían notablemente a consecuencia de la
multiplicación de las fibrillas terminales y de los colaterales nerviosos, pero
además, podrían establecerse conexiones intercelulares totalmente nuevas”
ALGUNAS EXPERIENCIAS
El estudio de Keller y Just, fue diseñado para descubrir los cambios
físicos en el cerebro de los malos lectores que hacen la transición a la buena
lectura. Se escanearon los cerebros de 72 niños, antes y después de que pasaran
por un programa de seis meses de clases de recuperación. Utilizando imágenes de
tensor de difusión, (DTI), una nueva técnica de imágenes cerebrales que rastrea
el movimiento del agua, a fin de revelar la estructura microscópica de la
materia blanca, Keller y Just encontraron un cambio cerebral que involucra la
sustancia blanca que conecta diferentes partes del cerebro, en forma
coordinada:
“Las moléculas de agua que están dentro de las fibras nerviosas, tienden a
moverse o difundirse en paralelo a las fibras del nervio”, explicó Timothy
Keller, científico de investigación de la Universidad Carnegie Mellon, y autor
del primer estudio sobre desarrollo de la materia blanca deprimida, en el
autismo. Al respecto, agregó: “Para realizar el seguimiento de las fibras
nerviosas, buscamos las moléculas de
agua que se mueven y producen una hoja de ruta del cableado del cerebro”. Los
estudios sobre autismo, que se realizaron con DTI, han demostrado que tanto los
niños, como también los adultos con dificultades para lectura, muestran áreas
de materia blanca deprimidas. La doctora Paula Tallal, Ph.d, para comprobar si
este tratamiento mejoraba los mecanismos disfuncionales neurológicos de la dislexia, diseñó un estudio de
neuroimagen con niños disléxicos de 8 a 12 años. Luego de la intervención, los
niños disléxicos mostraron una mejoría, tanto en el lenguaje oral, como en la
lectura de palabras. Fisiológicamente, aumentaron su actividad en las áreas
temporo-parietales izquierdas y en el giro frontal inferior izquierdo,
presentando un perfil semejante al observado en lectores normales.
¿QUÉ ENCONTRAMOS EN LA CLÍNICA?
En la clínica puede observarse que luego de un diagnóstico y las intervenciones pertinentes, cirugía,
neuro-rehabilitación, etc., el paciente presenta mejoría en su calidad de vida,
respecto a su patología y déficit originales. Pero, ¿cómo respaldar científicamente
esta percepción de mejoría? Su recuperación funcional puede valorarse a través
de diversas técnicas de exploración, especialmente a través de neuroimagen, la
que permite investigar los fenómenos de recuperación intra-sistémica,
(withinsystem), si es que los daños del sistema funcional son parciales; y los
fenómenos de “Crowding”, tras una destrucción mayor, lo que puede indicar que
otros grupos neuronales, incluso en el hemisferio contra-lateral, han asumido
funciones para las que previamente, no estaban diseñadas, y que han debido
activarse o reconvertirse, para suplir funciones de reorganización del córtex.
Algunas experiencias señalan que esto ha traído algunos inconvenientes; se ha
observado por ejemplo, que en un grupo de pacientes con epilepsia sintomática,
desarrollada en los primeros años de vida con afectación específica del
hemisferio izquierdo, el hemisferio derecho había adquirido ciertas funciones
del lenguaje, aunque con disminución de las habilidades visuoespaciales para
las que estaba diseñado. Los estudios sobre la efectividad de diferentes tipos
de intervención, como por ejemplo en la rehabilitación de la atención o de la
memoria, persisten en afirmar que hoy, los programas de rehabilitación
neuropsicológica que ofrecen mejores resultados, no son aquellos basados en la
repetición sistemática de ejercicios y tareas, sino aquellos que entrenan la
sustitución de los procesos alterados por la lesión, a través de las funciones
preservadas, como también, aquellos que adiestran a estas personas en el empleo
de diversas ayudas compensatorias. Esto
lleva a pensar que, desde el punto de vista del funcionamiento cerebral, gran
parte de los cambios cognitivos y conductuales observados en los pacientes,
serían consecuencia, no tanto de la reactivación de los circuitos cerebrales
dañados, sino de una utilización más eficiente de otros sistemas y redes de
neuronas no afectadas por la lesión, como también, del empleo de ayudas
externas que reducen la necesidad de determinados recursos cognitivos, (Park e
Ingles, 2001; Sohlberg y Mateer, 2001).