. Basta con hacer un pequeño repaso por
los datos que ofrecen tanto el Instituto Nacional de Estadística o el Banco de
España, sobre todo si esos datos han sido debidamente procesados por
especialistas de la calidad y enjundia de los que ofrece FUNCAS, Fundación
de las Cajas de Ahorro, nada sospechosa de tintes revolucionarios.
Los
datos lo dicen a las claras, sobre todo si miramos la distribución funcional de
la rente en España e los años que llevamos de crisis. Hay que decir que
la distribución funcional de la renta, en términos sencillos, establece la
distribucion de lo que la actividad económica produce, es decir, mide
proporción de la renta nacional bruta que se llevan las tres partes
fundamentales: empresarios, asalariados y administración mediante impuestos.
La
distribución de la renta en España ha venido siendo estable desde que llegara
la democracia, con un leve aumento de las rentas de explotación, empresariales,
y una leve disminución de las rentas salariales hasta 2007. En concreto, durante
los 30 años anteriores, la renta bruta de los salarios suponía el 50% en
términos promedios. La renta empresarial o excedente bruto de explotación, como
se llama técnicamente, el 40% del total. Y el Estado percibía entorno al 10%.
Este sistema de distribución permanecía estable desde los famosos Pactos
de la Moncloa, por los que los trabajadores y los empresarios llegaron
a un acuerdo con las fuerzas políticas para mantener este modelo estable, a
pesar de los vaivenes de la economía. Cuando venían mal dadas, todos se
apretaban el cinturón, pero más los que más tenían, manteniendo la distribución
de la renta similar. Esto produjo que el modelo de Estado Social, aunque con
muchas carencias, se mantuviera más o menos estable durante tres decenios. Otra
cosa distinta es lo que sucede ahora.
Como
se ve en los gráficos, desde 2008, año de comienzo en España de la crisis, las
rentas salariales han pasado de suponer un 49% a obtener el 44% de la renta
nacional. Las rentas empresariales, por su parte, han pasado de ser casi el 42
a superar el 46%. Dicho de otro modo, mientras los asalariados han perdido un
10% de renta, los empresarios han ganado ese mismo 10%, lo cual implica una
transferencia neta de rentas desde los trabajadores a los empresarios. Aquí
está el meollo de toda la crisis. No se trata de una crisis económica real,
sino que el problema es el modo cómo se está intentando resolver un problema
que estaba y está en el ámbito financiero. La solución del gobierno
anterior, pero especialmente el actual, es que los trabajadores paguen los
problemas del sector financiero y para eso reduzcan su participación en la
renta nacional. Se trata, al fin, de una cuestión ideológica y no
económica. Una parte de la sociedad, la élite pudiente, impone sus medidas para
que otra parte de la sociedad, la masa trabajadora, pierda los derechos
conseguidos después de muchos años de esfuerzo.
No
estamos ante una crisis económica, sino ante una crisis ideológica. Hay unos que saben muy bien lo que
hay que hacer y lo imponen mediante la política, la fuerza pública y los medios
de comunicación. Hay otros que no tienen ni puñetera idea de lo que está
pasando, que reciben tortas por todos sitios y que, además, culpan a los que
podrían ayudarles de ser parte del problema. Los que ostentan el poder disponen
de todos los medios para seguir haciéndolo, los que no se someten. Pero si la
mayoría social que padece las supuestas soluciones tomara conciencia de que
esto es una gran mentira cometida contra ellos, entonces, quizás, se rebelarían
de forma radical contra esta gran falacia.
Hay
soluciones porque hay renta, hay producción, España genera casi la misma
riqueza que antes de la supuesta crisis, pero las élites económicas ahora se
quedan con mayor parte del pastel que antes, de ahí el sufrimiento del
pueblo. Si dejáramos de ver el parte de guerra diario de las élites y
empezáramos a buscar la verdad, otro gallo nos cantaría, porque los datos no
mienten y con ellos es posible abrir las mentes de muchos y cerrar las bocas de
algunos.
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