.cj-worldnews.com/spain/index.php?option=com_k2&view=itemlist&task=tag&tag=violencia+de+g%C3%A9nero&Itemid=96">violencia
de género, uno en Almería y otro en Madrid. Con pocas horas de diferencia,
dos mujeres fueron atacadas con arma blanca por parte de su ex-pareja (Almería)
y pareja (Madrid) respectivamente. En ninguno de los dos casos existía una sola
denuncia previa de maltrato por parte de la mujer. Y esto, aunque parezca
sorprendente, suele ser la norma cuando se trata de mujeres asesinadas por su
pareja.
Como ya publicáramos el
pasado lunes en un artículo
escrito por María Jesús Hernandez y Pilar Martinez, investigadoras de la
VIU, tan solo tres de
cada diez mujeres asesinadas habían denunciado previamente. La tónica
es preocupante: los casos más graves presentan una dificultad añadida para el
Estado, ya que al no haber denuncia no existe posibilidad de actuación. Esta
situación se da, en muchos casos, porque la misma víctima no es consciente del
riesgo de victimización que corre. Otros por miedo a que la denuncia al
cónyuge o ex-cónyuge conlleve consecuencia más nefastas. Sea como sea, se dan
una serie de impedimentos para que los cuerpos y fuerzas de seguridad del
estado puedan actuar con eficacia ante los casos más graves de violencia contra
la pareja.
Esto plantea un problema
de cara a las perspectivas de futuro en torno a las muertes porviolencia
de género. La tónica de los últimos diez años ha mostrado unos índices
demasiado estables como para pensar que se pueda cambiar la dinámica en un
futuro próximo. A la vez, estos índices son tan bajos (cabe recordar que España
posee uno de los índices más bajos en lo que a feminicidios de pareja se
refiere, con una media incluso más baja que algunos países nórdicos) que se
hace difícil pensar que puedan bajar todavía más. Y si a todo ello le sumamos
que en la mayoría de las muertes no existía conocimiento alguno por parte del
Estado de que existiera violencia alguna no es algo que augure mejoría alguna
en los próximos años.
Cabe plantearse incluso
si el propio Estado tiene alguna posibilidad de cambiar la dinámica y que este
70% de mujeres asesinadas que no denunciaron pueda tomar, de una u otra forma,
conocimiento de que su vida corre serio peligro. A pesar de que la tendencia
producida en estos años nos haga pensar que es tarea imposible bajar la tasa de
feminicidios de pareja, lo
único que nos queda es continuar pensando que sí, que se puede cambiar la
tendencia. Siempre hay algo que mejorar, y hay que identificar en que
campos se puede hacer. Empezando por mejorar la confianza de la población en la
justicia y en los mecanismos que posee para manejar los conflictos sociales.
Pero no solo eso. Además
de credibilidad, necesita ganársela con efectividad. Está claro que cuando se trata de la
vida de las personas no se puede jugar con fuego, y los mecanismos de seguridad que se pongan en marcha han de
coordinarse y funcionar en el 100% de los casos. Cada vez hay más
instrumentos que facilitan dicha efectividad. Cada vez se poseen mayores
variables sobre las causas y los factores de riesgo en la violencia sobre la
pareja. Los informes y las evaluaciones son cada vez más completas. Y eso es
algo que nos debe hacer mirar al futuro con optimismo, aunque con
prudencia. Se debe continuar trabajando, con paciencia (muy a pesar de
las muertes que, inevitablemente,se producirán a lo largo del año) y sin caer
en la precipitación de tomar medidas desmesuradas que pueden inducir a nuevos
problemas.
Una cosa hay que tener
clara: la mejora de las tasas de criminalidad sigue un proceso lento, y no va a
cambiar de la noche a la mañana. Si el Estado es capaz de asimilar dicho
axioma, sus políticas criminales irán bien dirigidas y tendrá mucho ganado. Si
en caso contrario pretende mejorar a golpe de ley y en una sola legislatura, lo
tiene crudo.