Gángster
squad
o Brigada
de élite
es una película que no aporta nada nuevo ni viejo, ni tal vez se lo
proponga. Por supuesto que está muy bien ambientada, muy bien
narrada y muy bien interpretada. Y ahí se termina todo lo bueno si
se busca en ella algo más que una ligera distracción. Es la típica
cinta que se puede ver cuando no se tiene nada mejor que hacer,
cuando llueve y no se puede salir a pasear, o cuando se está cansado
de películas y libros un tanto sesudos. El film de Ruben Fleischer
narra las aventuras de un gángster, muy malo, antiguo boxeador, que
se quiere adueñar de todos los negocios, prostitución, drogas,
apuestas, etc., de un extremo a otro de Estados Unidos o poco menos.
Cuenta para ello, cómo no, con la aquiescencia de jueces y policías
corruptos, nada se dice de los pobrecitos de los políticos, así que
la única forma de enfrentarse a él es una brigada especial, cómo
no, que debe actuar, por supuesto, fuera de la ley, pues hacerlo
desde dentro, dado que tiene a todos los jueces comprados, es trabajo
perdido: aun no han entrado sus secuaces en la cárcel cuando ya el
juez de turno ha firmado su puesta en libertad.
Es
un tema, el de la película, un tanto manido; y que en esta ocasión
está falto de la profundidad que tiene en otras viejas películas.
Así de pronto se me ocurre Los
Ángeles confidencial, La brigada del sombrero o
El
sueño eterno, por
citar una en blanco y negro. En esta nueva entrega de policías y
ladrones, aquellos se mueven un poco por motivos altruistas y un
tanto simplones. Así el protagonista decide actuar, y entrar en el
antro prohibido, porque van a prostituir a la chica pueblerina que ha
llegado a Los Ángeles para triunfar como actriz; y los policías
aceptan formar parte de la brigada de élite porque el día de mañana
el hijo no diga que su padre no hizo nada ante la corrupción, o
porque matan a un pobrecillo limpia que, claro está, no tenía culpa
de nada, y encima parecía un buen chico. Está claro que en toda
esta historia no podía faltar la rubia de buen ver que vive entre
dos aguas: entre el malo y el bueno, siendo el bueno rubito y más
guapo que el malo. Lo gracioso de la rubia, o pelirroja, por no
entrar en matices, es que es capaz de vivir con la maldad sin que
esta la salpique. Sale limpia y pura, como el borreguito de Norit, de
los brazos del malvado. Nada nuevo bajo el sol: aquí sabemos que se
puede vivir con corruptos sin enterarse; y, por supuesto, sin
mancharse. Por lo tanto, la primera lección que se saca de este
entretenido filme es que es mentira aquel viejo refrán de Dos
que se acuestan en el mismo colchón se vuelven de la misma
condición. Aquí
cabría aplicar aquello de Refrán
antiguo, mentira moderna. Pues
cuando la rubia o la pelirroja, la chica, vamos, tenga que escoger,
se quedará con el bueno; y el amigo del bueno, que también vivía
en los límites entre la maldad y la decencia, optará por defenderla
y dar su vida para que ella sea feliz. Ya se dice en la Biblia que
quien tiene un amigo, tiene un tesoro, y más en los tiempos que
corren.
Sólo falta, pues, que
el malo demuestre lo malo que es, y que los buenos triunfen sobre la
maldad, no por nada sino para que la muerte de uno de los
brigadistas, aquel que quería quedar bien delante de su hijo, no
caiga en el vacío. Y por supuesto se cumplen los objetivos, y se
termina la película. Antes, eso sí, se nos muestra al poli bueno
con su mujer y su niñito recién nacido en una playa desierta y muy
bonita. El poli tira su placa al mar, no porque esté harto de su
trabajo y de la policía, sino porque quiere dedicarse a su mujer y a
ese rollito de carne que ha fabricado entre tiroteo y persecución. Y
el espectador se levanta de su butaca con una sonrisa de oreja a
oreja, agradecido a estos agentes que se van a jugar el tipo en
contra de la corrupción y el crimen organizado. Hay que advertirles,
y debería hacerlo alguien, que hoy la corrupción ya no es como la
de antes: ya no hay tiros, ni gángsters con rubias, ni
persecuciones; pero lo que es corrupción haberla hayla. Y ya se
sabe: o renovarse o morir. Que los otros hace años que se
sobrevivieron. Y hay muchas formas de violencia.