La segunda de Mediano en temas de
escatología prehistórica. Si en “El Secreto de la Diosa” el polifacético
Lorenzo Mediano explotaba personajes neolíticos, con estructuras sociales
totalmente diferentes a las actuales, en “Tras la huella del hombre rojo” se
adentra aún más en el pasado reciente. Encuentra dos personas de diferente
sexo, cultura y… especie.
Un neandertal ibérico escapa a su
destino como especie y sobrevive como ejemplar, uniéndose a una cromañón,
perteneciente a los dominadores del mundo conocido hace treinta mil años. Un
argumento que propugna la tesis del exterminio de un competidor, por no poder
superar los nuevos retos planteados por los invasores. La historia de siempre:
o te dejas dominar y te acoplas (o nos acoplamos) o te vas a hacer puñetas.
El mundo de las ideas siempre ha
sido un arcano de los estudiosos de la Prehistoria. Algunos,
en su afición, se han atrevido con la novela, como Juan Luis Arsuaga o el ex
ministro de Trabajo, Pimentel. Debe ser fascinante tejer una historia como la
urdida por Lorenzo Mediano (algo menos aficionado que los otros dos intrépidos
novelistas), donde con absoluta naturalidad nos coloca en un momento de la
prehistoria crucial, en el que se decidiría el futuro, que es nuestro presente.
Porque el autor no puede dejar de lado lo conocido del comportamiento humano de
nuestros días para utilizarlo en la caracterización de los personajes. En
ocasiones, hasta Bidea parece más cromañón que neandertal.
En esta larga novela, con
protagonistas y numerosos antagonistas, un individuo que se caracteriza por su
soberbia inteligencia emocional, a pesar de ser neandertal, recorre las
planicies de lo que sería Aragón, cruza el río Ebro y entabla contacto con otra
especie de homínido. Son varios los pasajes que me han intrigado sobremanera:
el primer impulso cuando se conocen, la frenética actividad sexual tras la
comida y la transmisión del conocimiento oral. Algunas de estas conductas, que
tan bien nos presenta el autor, son claramente visibles en nuestros días. Por
ejemplo, no hay sexo si no hay comida o regalos, aprender sigue siendo muy
dificultoso cuando se trata de ideas, siendo necesario recurrir a los mitos y
los dioses. Dejo para el final la parte en la que un concepto sobrevuela constantemente
la mente de nuestro depredador homínido: su asociación carne-sexo o al revés,
que es lo mismo. Muy inteligente ha sido Lorenzo Mediano al tratar este asunto,
pues sin alterar la trama, desde el principio no para de hablar de lo mismo: de
comer. Algo que yo extrapolo a acto sexual y que los buenos
amantes han perfeccionado al máximo, entrelazando sutilmente sexo y
alimentación.
Sobre una idea en principio muy
sencilla, cual es el encuentro casual, aunque no imprevisto, entre dos especies
del mismo género, se nos narra una espléndida historia sobre el antes y después
de la entrada del Homo sapiens en el resto de la Península Ibérica,
arrollando al Homo Neandertalensis y
su esquema vital. Al igual que milenios atrás ocurriría con otras especies de
homínidos predecesoras, esta historia no es más que una batalla de las muchas
que ha librado la Naturaleza
en su puesta en orden, solo que en este caso la diferencia está en la
inteligencia, que ha sido capaz de hacerse un hueco entre la fuerza y la
adaptabilidad al medio. Es el cerebro humano, en su evolución hacia el
pensamiento racional, la mayor arma conocida para ganar batallas como especie,
no como individuo.