Cada uno puede tener sus motivos para
estar feliz, y seguro que todos son ilusiones. La felicidad no es más que un
leve estado transitorio entre el tedio y la embriaguez, pero hay que agarrarse
a él para no sucumbir al desánimo en medio de un mundo en vías de extinción o
caer en la borrachera de los sentidos. A veces tengo la sensación de el último
romano, pero deseando que acabe ya la farsa y comience de verdad la
historia. Todo lo vivido hasta ahora no han sido más que los pródromos de otro mundo
realmente posible, siempre preterido, pero al que se accede mediante mucha
violencia, como así lo afirmara Jesús en el Evangelio.
2012 ha sido un año muy duro para la
humanidad, un año en el que hemos perdido ciertos anclajes que hacían del
modelo sociopolítico y económico algo tolerable y que nos daban algo así como
una fachada de humanidad. Durante más de sesenta años se nos mantuvo la
ilusión, parodia lo llaman algunos, de que la lucha de los hombres por los
derechos civiles, sociales y políticos tenía sentido. Mantuvimos la esperanza
en que la verdad y la justicia se abren paso, aunque sea de forma tortuosa y
dolorosa. Pero 2012 nos ha arrancado la máscara. Como dijera Ricoeur de Marx,
Nietzsche y Freud, los maestros de la sospecha, 2012 nos ha quitado la ilusión
en la que estábamos inmersos y eso es lo único bueno que ha aportado este año.
Ahora sabemos bien que estamos en guerra y que esta guerra acabará en una
brutal masacre, una masacre que se extenderá a lo que nos hace humanos: estamos
ante la muerte del hombre, no solo ante el fin de una forma de vivir lo humano.
El modelo económico no puede sobrevivir
sin destruir lo que queda de naturaleza y de humanidad. No puede seguir un paso
sin arrojar al abismo en cada uno de ellos parte de lo que nos hace humanos. El
modelo actual ha puesto a sus hombres a trabajar para hacer de este mundo el
lugar más horrible jamás imaginado: más horrible que los campos de exterminio,
más horrible que las mazmorras de la inquisición, más horrible es el mundo de
la mentira estatuida y de la farsa por principio. A veces me avergüenzo de haber
creído durante dos días la milonga del 11 de septiembre, pero sí yo mismo caí
un tiempo, aunque breve, por qué no van a caer todos los demás de forma
indefinida en una estrategia tan burda como pueril de engaño y felonía.
En fin, 2012 sí supone el fin del mundo,
el fin de una forma de entender el mundo, el fin de una forma de luchar por él,
el fin de una manera de vivir y de convivir, el fin de una época, el fin de una
sociedad. El mundo, tal y como lo conocimos, ha acabado, ahora empieza la no
vida, la no humanidad, la barbarie establecida. Bienvenidos al desierto de lo
real, bienvenidos al mundo del 2020.
Con todo se me olvidaba compartir una
cierta alegría: son más de 100.000 visitas en el blog desde abril de 2009.
Gracias a todos los que lo seguís y aportáis con vuestros comentarios.