. Así lo señalan los Evangelios: Herodes llamó a los Sumos Sacerdotes para preguntarles en qué sitio iba a nacer el rey de Israel. Ellos le contestaron: “Tiene que ser en Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas: De ti, Belén, saldrá el jefe que será el pastor de mi pueblo de Israel” (Miq 5, 1). Herodes se propuso averiguar dónde estaba ese niño, para después mandar a sus soldados a que lo mataran. Y fingiendo dijo a los Reyes Magos: “Vayan y averigüen acerca de ese niño, cuando lo encuentren regresan y me lo informan, para ir yo también a adorarlo". Los magos – Melchor, Gaspar y Baltasar – guiados por la estrella, partieron a Belén. Llenos de alegría encontraron al Niño Jesús junto a la Virgen María y San José; lo adoraron y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra. En sueños recibieron el aviso divino de que no volvieran a Jerusalén y regresaron a sus países por otros caminos. Herodes se quedó sin saber dónde estaba el recién nacido. Esto lo enfureció, por lo que mandó matar a todos los niños menores de dos años, en Belén y sus alrededores (Mt 2,15).Recordamos por extensión a todos los niños no nacidos, que por una u otra razón no han podido vivir. Es un día en que podemos renovar la convicción de que toda vida, desde su concepción hasta su ocaso natural, debe ser cuidada y dignificada. Donde hay un resplandor de vida, por pequeño que sea, debemos esforzarnos en protegerla. La vida es don, regalo inmerecido. Nadie tiene derecho a disponer de ella o decidir quién vive o no.Por lo mismo, no es día de bromas. Lamento la torpe asociación de hacer “inocentadas” en este día, en que se recuerda un crimen atroz, por mucho tiempo que haya pasado. Más que bromas, es día de reflexión sobre el don de la vida y el respeto a la vida de los demás, sobre todo los más indefensos y débiles: los niños y los aún no nacidos.Aprovechemos también a agradecer a quienes, venciendo la tentación de interrumpir una vida, han optado por ella y la han asumido. Es una actitud valiente, que nos obliga como sociedad a hacernos cargo en parte de esa nueva vida. De ahí que apoyar a las madres, sobre todo las que están solas, es un deber ineludible como sociedad. Nos debe irritar especialmente el atropello a los derechos de los más débiles. Es algo que indigna y agrede al más elemental sentido de justicia. Que los santos inocentes nos despierten a una mayor solidaridad y justicia.Hugo Tagletwitter: @hugotagle