. Lo bueno de estas predicciones apocalípticas es que nos regalan
pretexto para hacer bromas con ellas y comprar kid de supervivencia a mitad de
precio. Lo malo, es que me hacen perder algunos reglones de esta columna.
Pero vamos a lo importante de estas
fechas: La Navidad. No hay Navidad sin Jesús. Importante son también algunos
aspectos nobles que se recogen en escaparates y vitrinas: la bondad,
generosidad, el regalar a otros. Incluso abundan los pesebres y nacimientos.
Pero lo central, es el nacimiento de Jesús. Ojalá usted haya colocado un
pesebre en su casa. Es uno de los signos más sobrecogedores que conocemos. No
deja de ser asombroso que los cristianos creamos que Dios se hizo hombre; que
nació como cualquiera de nosotros y que se revela a la humanidad como un niño.
Dice Benedicto XVI: “Si queremos encontrar al Dios que ha
aparecido como niño, hemos de apearnos del caballo de nuestra razón
«ilustrada»; deponer nuestras falsas certezas, soberbias, que nos impide
percibirlo. Hemos de tomar el camino de la sencillez exterior e interior que
permite ver al corazón”.
Que ningún chileno pase solo la
Navidad. Una notable iniciativa de muchas parroquias son las cajas de navidad,
una forma concreta de compartir esta fiesta; de llevar alegría, paz y esperanza
a los más pobres, a los niños, a los ancianos. Pero no se trata solo de ayudar
a quienes no conocemos. Todos tenemos algún pariente mayor en nuestras
familias. Pues bien, invitémoslo a pasar juntos la Nochebuena o la celebración
al día siguiente.
Y en relación a los regalos, sea
medido y prudente. No se extralimite en los gastos. El mejor regalo no es el
más grande o costoso, sino el que se hace con cariño.
Celebre la navidad en familia. Que
reine la paz, serenidad y alegría en estas fiestas. Es la oportunidad de hacer
una bonita comida en familia, sentarse a la mesa, celebrar, conversar.
Dele un buen espacio a un momento
de oración, ojalá en familia. Si es católico, vaya a la misa de Nochebuena, la
misa del gallo. Si no puede, al menos véala por la televisión o escúchela en la
radio. Cante “Noche de paz”, que a estas alturas ya pertenece a la humanidad
entera. Si no es religioso, dese un tiempo para reflexionar sobre lo propio de
esta fiesta: la paz, unidad, concordia, solidaridad. Valores que nos pertenecen
a todos y que nos llevan a ser más humanos y hermanos.
Coloque en el centro del pesebre la
imagen del Niño Dios, Jesús en Belén. Hace bien contemplar por un momento ese
misterio. Nos recuerda nuestra fragilidad. Nos vuelve más humildes,
comprensivos, tolerantes, pacientes. Que celebre una muy feliz Navidad. Que
reine la paz y alegría en su familia, trabajo y en su corazón.
Hugo Tagle
twitter: @hugotagle