Castellón. La ciudad posible y VI

Durante las últimas semanas he intentado hacer una sucinta radiografía sobre la situación actual de la ciudad Castellón, desde la perspectiva de las ya dos décadas que la derecha local lleva gobernando, con el Partido Popular como expresión política mayoritaria en el  Ayuntamiento, y una oposición de izquierdas a la deriva y siempre detrás del paso que marcan los “populares”. La intención  no ha sido presentar un situación de la ciudad catastrófica, porque sería falsear la realidad. Castellón sigue siendo, a pasar de la crisis y del mal gobierno de los últimos años, una ciudad en la que se puede vivir con cierta comodidad. Es un toque de atención a quienes no han hecho las cosas como se deberían haber hecho, para que la ciudad hubiese encontrado una proyección urbana que le permitiera transitar por el siglo XXI con garantías de éxito y, sobre todo, calidad de vida y bienestar para sus ciudadanos.

 

. La intención  no ha sido presentar un situación de la ciudad catastrófica, porque sería falsear la realidad. Castellón sigue siendo, a pasar de la crisis y del mal gobierno de los últimos años, una ciudad en la que se puede vivir con cierta comodidad. Es un toque de atención a quienes no han hecho las cosas como se deberían haber hecho, para que la ciudad hubiese encontrado una proyección urbana que le permitiera transitar por el siglo XXI con garantías de éxito y, sobre todo, calidad de vida y bienestar para sus ciudadanos.
Es ahí donde radica el problema, en no haber sabido aprovechar las sinergias de los años de bonanza, para poner las bases del desarrollo futuro. Unos años de bonanza que, por otro lado, se han revelado como un espejismo sustentado en la especulación y los bajos salarios, que han conducido a un desempleo galopante, a la vista del enriquecimiento de unos pocos, normalmente apoyados por el poder político. Veinte años después la ciudad languidece, con todos y cada uno de sus polos de desarrollo en regresión: economía, fiscalidad, cultura, vivienda, servicios sociales, educación, sanidad, dependencia… y un largo etcétera, que nos hacen concluir que el gobierno del Partido Popular ha sido un mal gobierno, más preocupado de sus intereses electorales, el victimismo, y la implantación de un clientelismo político, fundamentado en la corrupción y la especulación (no sólo inmobiliaria), que en la puesta en valor de la ciudad como ámbito de convivencia y bienestar, además de ofrecer sus bondades climatológicas, culturales, geográficas y sociales al exterior. Este fracaso rotundo en la gobernanza de la ciudad, sustentado en valores muy conservadores de raigambre castiza y costumbrista en lo cultural, y muy ligado a las doctrinas más moralistas de la Iglesia Católica, a la que no han dudado en apoyar con todo lo que hiciera falta en cualquier momento, supone una regresión al pasado, al provincianismo autocomplaciente, muy lejano a la ciudad abierta, moderna y cosmopolita que debería ser.

Pero no es todo culpa de la derecha conservadora y rancia. En estos años ha fracasado la formación de una derecha liberal, en contraposición de la derecha conservadora que  gobierna actualmente, capaz de crear sinergias de progreso económico y social. El centro derecha político ha sucumbido a las prebendas del PP y se ha alineado, sin concesiones, a los dictados de la derecha conservadora. Un grave error que va a hacer muy difícil que esa derecha liberal y moderna, tan necesaria en una democracia, y tan ausente en este país, levante cabeza en Castellón. Pero lo verdaderamente preocupante ha sido el comportamiento de la oposición de izquierdas durante estas dos décadas. Una izquierda plural que ha vivido más pendiente de sus asuntos internos que de los problemas de la ciudad. Que en una análisis muy simplista, pero no por ello menos atinado, nos hace ver a una UE-IU, trufada de desencuentros y escisiones durante estos años, y muy próxima a movimientos alternativos, que la ha incapacitado para  presentarse como una alternativa política al gobierno de Castellón. Un Bloc estancado electoralmente, que no ha sabido transmitir a la sociedad su ideario de progreso, quizá porque tiene que acabar de redefinirse ideológicamente más allá de sus principios nacionalistas.

 Sin  embargo, el que ha estado ausente en su responsabilidad política como principal Partido de la oposición y alternativa de real de gobierno en el Ayuntamiento, ha sido el Partido Socialista. ¿Qué ha sucedido para qué durante veinte años hayan sido incapaces de ganar elección alguna?  Esta es una pregunta que deberían contestarse ellos mismos, para poner remedio a este desencuentro político que está produciéndose con la ciudadanía. Y no sirve escudarse en la política nacional, esa no es la escusa; incluso en los momentos de triunfo electoral del PSOE en España, el socialismo local ha seguido perdiendo elecciones.  La sociedad castellonense no puede seguir permitiéndose que el Partido con posibilidades de desbancar electoralmente a la derecha sigua perdiendo elecciones, hurtando a la ciudadanía el cambio político, la alternativa al conservadurismo ramplón de la derecha, que está abocando a la ciudad al fracaso colectivo con sus políticas neoliberales de desmantelamiento del estado de bienestar.

El PSPV-PSOE es una fuerza necesaria y tiene que postularse como el Partido capaz de acabar con la situación actual. Tiene que dejarse de dar tumbos ideológicos y erráticos cambios de líderes, para asumir su condición socialdemócrata,  ese ideario político que trajo el estado de bienestar a Europa, del que hoy parecen haberse olvidado, tanto, que lo están buscando desesperadamente, cuando de lo que tienen que olvidarse es de tantos guiños al neoliberalismo hechos en lo últimos años.

El Castellón del futuro, la ciudad posible que puede ser Castellón, pasa inequívocamente por los socialistas y los sectores progresistas locales. Pero para ello es necesario que empiecen a mirar hacia afuera y aparquen los sempiternos conflictos internos, que muchas veces tienen más que ver con interese personales que con ideas. El Castellón posible tiene que empezar a darse a conocer; la sociedad ha perdido la inocencia política y no basta con la imagen de marca, quiere saber qué propone cada Partido para salir de la crisis. Cuál es su diseño de ese Castellón del siglo XXI, para que el bienestar de la ciudadanía vuelva a ser el objeto principal de la conveniencia.

Castellón es posible si la izquierda deja de hacerse el haraquiri y  el Partido Socialista asume su papel de actor principal del cambio. Como decía Felipe González en su reciente homenaje: tienen que volver a creerse que son alternativa de gobierno. Eso y asumir el estado de bienestar como principio fundamental de su política.

UNETE



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