. La
intención no ha sido presentar un
situación de la ciudad catastrófica, porque sería falsear la realidad.
Castellón sigue siendo, a pasar de la crisis y del mal gobierno de los últimos
años, una ciudad en la que se puede vivir con cierta comodidad. Es un toque de
atención a quienes no han hecho las cosas como se deberían haber hecho, para
que la ciudad hubiese encontrado una proyección urbana que le permitiera
transitar por el siglo XXI con garantías de éxito y, sobre todo, calidad de
vida y bienestar para sus ciudadanos.
Es ahí donde radica el problema, en no haber sabido
aprovechar las sinergias de los años de bonanza, para poner las bases del
desarrollo futuro. Unos años de bonanza que, por otro lado, se han revelado como
un espejismo sustentado en la especulación y los bajos salarios, que han
conducido a un desempleo galopante, a la vista del enriquecimiento de unos
pocos, normalmente apoyados por el poder político. Veinte años después la
ciudad languidece, con todos y cada uno de sus polos de desarrollo en
regresión: economía, fiscalidad, cultura, vivienda, servicios sociales,
educación, sanidad, dependencia… y un largo etcétera, que nos hacen concluir que
el gobierno del Partido Popular ha sido un mal gobierno, más preocupado de sus
intereses electorales, el victimismo, y la implantación de un clientelismo
político, fundamentado en la corrupción y la especulación (no sólo
inmobiliaria), que en la puesta en valor de la ciudad como ámbito de
convivencia y bienestar, además de ofrecer sus bondades climatológicas,
culturales, geográficas y sociales al exterior. Este fracaso rotundo en la
gobernanza de la ciudad, sustentado en valores muy conservadores de raigambre
castiza y costumbrista en lo cultural, y muy ligado a las doctrinas más
moralistas de la Iglesia Católica, a la que no han dudado en apoyar con todo lo
que hiciera falta en cualquier momento, supone una regresión al pasado, al
provincianismo autocomplaciente, muy lejano a la ciudad abierta, moderna y
cosmopolita que debería ser.
Pero no es todo culpa de la derecha conservadora y
rancia. En estos años ha fracasado la formación de una derecha liberal, en
contraposición de la derecha conservadora que
gobierna actualmente, capaz de crear sinergias de progreso económico y
social. El centro derecha político ha sucumbido a las prebendas del PP y se ha
alineado, sin concesiones, a los dictados de la derecha conservadora. Un grave
error que va a hacer muy difícil que esa derecha liberal y moderna, tan
necesaria en una democracia, y tan ausente en este país, levante cabeza en
Castellón. Pero lo verdaderamente preocupante ha sido el comportamiento de la
oposición de izquierdas durante estas dos décadas. Una izquierda plural que ha
vivido más pendiente de sus asuntos internos que de los problemas de la ciudad.
Que en una análisis muy simplista, pero no por ello menos atinado, nos hace ver
a una UE-IU, trufada de desencuentros y escisiones durante estos años, y muy
próxima a movimientos alternativos, que la ha incapacitado para presentarse como una alternativa política al
gobierno de Castellón. Un Bloc estancado electoralmente, que no ha sabido
transmitir a la sociedad su ideario de progreso, quizá porque tiene que acabar
de redefinirse ideológicamente más allá de sus principios nacionalistas.
Sin embargo, el que ha estado ausente en su
responsabilidad política como principal Partido de la oposición y alternativa
de real de gobierno en el Ayuntamiento, ha sido el Partido Socialista. ¿Qué ha
sucedido para qué durante veinte años hayan sido incapaces de ganar elección
alguna? Esta es una pregunta que
deberían contestarse ellos mismos, para poner remedio a este desencuentro político
que está produciéndose con la ciudadanía. Y no sirve escudarse en la política
nacional, esa no es la escusa; incluso en los momentos de triunfo electoral del
PSOE en España, el socialismo local ha seguido perdiendo elecciones. La sociedad castellonense no puede seguir
permitiéndose que el Partido con posibilidades de desbancar electoralmente a la
derecha sigua perdiendo elecciones, hurtando a la ciudadanía el cambio
político, la alternativa al conservadurismo ramplón de la derecha, que está
abocando a la ciudad al fracaso colectivo con sus políticas neoliberales de
desmantelamiento del estado de bienestar.
El PSPV-PSOE es una fuerza necesaria y tiene que
postularse como el Partido capaz de acabar con la situación actual. Tiene que
dejarse de dar tumbos ideológicos y erráticos cambios de líderes, para asumir
su condición socialdemócrata, ese
ideario político que trajo el estado de bienestar a Europa, del que hoy parecen
haberse olvidado, tanto, que lo están buscando desesperadamente, cuando de lo
que tienen que olvidarse es de tantos guiños al neoliberalismo hechos en lo
últimos años.
El Castellón del futuro, la ciudad posible que puede ser
Castellón, pasa inequívocamente por los socialistas y los sectores progresistas
locales. Pero para ello es necesario que empiecen a mirar hacia afuera y
aparquen los sempiternos conflictos internos, que muchas veces tienen más que
ver con interese personales que con ideas. El Castellón posible tiene que
empezar a darse a conocer; la sociedad ha perdido la inocencia política y no
basta con la imagen de marca, quiere saber qué propone cada Partido para salir
de la crisis. Cuál es su diseño de ese Castellón del siglo XXI, para que el
bienestar de la ciudadanía vuelva a ser el objeto principal de la conveniencia.
Castellón es posible si la izquierda deja de hacerse el
haraquiri y el Partido Socialista asume
su papel de actor principal del cambio. Como decía Felipe González en su
reciente homenaje: tienen que volver a creerse que son alternativa de gobierno.
Eso y asumir el estado de bienestar como principio fundamental de su política.