Mientras que
algunos le deseábamos buena suerte al nuevo presidente Enrique Peña Nieto en su
sexenio, ya se había resuelto como “medida de seguridad” desde la madrugada del
día 25 de noviembre, interrumpir el tránsito en 5 líneas del Servicio Colectivo
Metro, e iniciar cortes a la circulación en diez kilómetros a la redonda del
Palacio Legislativo en San Lázaro. Todo lo anterior para llevar a cabo la toma
de protesta de Peña, como presidente de nuestro país este sábado primero de
diciembre.
Qué idea tan bárbara.
Mala señal.
La pésima
decisión respecto del excesivo “cerco de seguridad”, de inmediato causó
molestia, por un lado con los transeúntes y vecinos del lugar que al unísono
gritaban en repudio a lo sucedido las siguientes consignas: “El Congreso no es
cuartel”, “no al estado de sitio” y “fuera militares,” mientras que los
usuarios de twitter se encargaron de colocar dos días después en las redes
sociales el “tema del día” (Trending
Topic), #EnriquePeñaNietoTieneMiedo, como principal tema en el país y uno
de los 10 más mencionados a nivel internacional.
Finalmente,
los diputados perredistas salieron a derribar algunas vallas de aproximadamente
tres metros de altura que rodeaban San Lázaro y terminaron por presentar una
queja ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), al considerar que
se violentó el derecho constitucional de los ciudadanos respecto del libre
tránsito, provocando con esta medida la afectación diaria de más de treinta mil
personas.
A tan solo
seis días de la toma de protesta del presidente electo, me pregunto: ¿A qué
insensato se le ocurrió tomar tal decisión? ¿Qué necesidad hay de enviar a la
sociedad tan mala señal? Señal que puede interpretarse como de querer marcar
una gran distancia entre el ejecutivo y los mexicanos, (incluidos los que
votaron por él), señal de verdadera lejanía, de insensibilidad, de egoísmo, de
capricho, de “altura”.
¿Quién está
verdaderamente empeñado en enviarnos un mensaje a los mexicanos de que ese
antiguo PRI, del que tanto reniegan hoy los “renovados priistas” y del cual
insisten en desmarcarse, sigue existiendo? ¿Pudiera ser que como platican
algunos, que sigue siendo el mismo PRI de siempre o peor aun sediento de querer
tomar revancha por haber estado 12 años fuera de los Pinos? Espero que no.
A todos los
mexicanos, incluido el Ejecutivo, nos debe quedar claro, que a nadie nos
conviene apostarle al error, y que si a
Peña le va mal, seguramente nos irá mal a todos. Por eso, cada quien desde
nuestra trinchera, debemos asumir el papel de celosos y estrictos vigilantes
del actuar de nuestro nuevo presidente y su equipo, de ninguna manera
permitirnos perderlo de vista, respecto de los compromisos y las propuestas que
les hizo durante su campaña electoral a todos aquéllos que votaron y creyeron
en él y a los que no también, pues tiene la obligación de pensar en México y
cumplir.
“Haiga sido
como haiga sido”, Enrique Peña Nieto, ya es y será quien de ahora en adelante
decida y guíe el nuevo rumbo de todos los mexicanos, entonces lo que menos
necesita es enviarnos mensajes tan desafortunados y a la vieja usanza,
afortunadamente México ya está en otra dinámica completamente diferente a
cuando su partido dejó el poder, de verdad que ya no se requieren vallas tal
altas, ni distancias tan largas entre gobierno y sociedad, esos tiempos han
sido superados.
Por cierto, se
equivocan quienes abrazan la idea y piensan que Peña Nieto, será únicamente el
presidente de los priistas y para los priistas.