. Por 1816 fue en Europa
“el año sin verano”, tal como lo calificó la prensa de la época, con grandes
lluvias y frío impropio para la estación; sirva como ejemplo que en Madrid la
temperatura media de los meses de Julio y Agosto no sobrepasó los 15º C.
Pero nada de esto
sabían los amigos de Lord Byron: Mary Shelley, su esposo Percy Shelley, y John W. Polidori, entre otros, cuando
estaban pasando unos días de principios de verano de 1816 en la Villa Diodati,
junto al lago Ginebra, y unas fuertes tormentas les impidieron salir de la
villa, por lo que pudieron dedicar mucho tiempo a hablar, jugar y crear
literatura. Una de esas noches al calor
de la chimenea, Lord Byron propuso un juego que consistía en escribir, una vez
que cada uno se retirara a sus habitaciones, un relato de terror. Nadie podía
saber esa noche que estaban sujetos a la Teoría del Caos, y que la explosión de
un volcán, sucedida en la otra punta del mundo un año antes, iba a tener como consecuencia el
alumbramiento de dos de las grandes obras de la literatura universal:
“Frankenstein o el moderno Prometeo” que Mary Shelley empezó a escribir esa
noche, y el “El vampiro” de John W. Polidori, que fue la inspiración de tantas
otras novelas del género de terror.
Este es el espíritu del
nuevo libro de Santiago Posteguillo: “La noche en que Frankenstein leyó El
Quijote”: contarnos algunos acontecimientos de la intraliteratura, de aquello
que se cuece fuera de nuestro alcance de lectores. Acontecimientos y
comportamientos que, sin saberlo, han tenido un efecto alas de mariposa, dando
pie a grandes obras literarias. Pero Posteguillo, que ya ha demostrado su buen
hacer como escritor, con la “Trilogía de Escipión”, juega con ventaja al ser
profesor de Literatura Inglesa en la Universidad Jaume I de Castellón, lo que
le da un conocimiento de lo que hay detrás de las bambalinas de la Historia
(con mayúsculas) de la Literatura, que al resto de los mortales se nos escapa,
gracias al cual podemos deleitarnos de la seria de historias que componen su nuevo
libro, parece ser que artículos publicados en el diario Las Provincias, que
podrían ser los chascarrillos de la literatura, el “Hola” que nos cuenta
cotilleos de cómo era ese escritor o por qué se escribió determinada obra, pero
muy bien escritos. Quizá habría que criticar un exceso por mantener la intriga
sobre de qué escritor se está hablando, cuando enseguida se sabe de quién se
trata. Nada más en el lado negativo de la balanza de este libro, imprescindible
para curiosos y cotillas de la literatura que, sin embargo, lejos de aparecer
como una serie de relatos inconexos, tienen un estructura bien armada en torno
a la Teoría del Caos, que empieza en Alejandría, en el siglo III a. n. E., con la invención del abecedario que
tuvo que ingeniarse el gramático griego Zenodoto, que ha permitido que hoy se
puedan guardar con orden los libros en las tabletas e-book.
A cerca del sugerente
título de la obra: “La noche en que Frankenstein leyó El Quijote”, mejor que lo
descubran ustedes mismos con su lectura.