. Si ya es triste todo lo que se refiere al “comercio sexual” - cosa más que acreditada en la “Operación Heidi”- tanto más indignante resulta el que se hayan visto involucrados menores.Como regla general, hay que dejar que los tribunales de justicia se pronuncien, por lo que no adelantemos juicios que pueden dañar para siempre la honra de las personas imputadas e incluso a las mismas víctimas, de suyo ya demasiado expuestas a los medios. En el caso de los supuestos victimarios, ya ha habido una reprobación pública de la cual no podrán zafarse con facilidad. Tanto por ellos y en especial por las víctimas, es de esperar que la justicia actúe con celeridad.Pienso en las posibles niñas abusadas, incluso ya adultas, que por hambre o apreturas económicas han caído en ese mundo siempre sórdido y al límite de la legalidad. Los que venden estos servicios no siempre disponen de un ejercicio libre de su voluntad. La necesidad obnubila y fuerza. Tanto más triste abusar de esa condición. Es de esperar que esta reprobable realidad lleve a una fiscalización más rígida y severa de lugares que resultan caldo de cultivo para potenciales crímenes como los investigados.Pero la noticia descubre la orfandad y miseria en que aún viven miles de niños en Chile, que son abusados, incluso dentro de sus mismos hogares.Una organización que ha trabajado incansablemente por rescatar a niñas en situación de riesgo es MARIA AYUDA, fundada por el Padre Hernán Alessandri en 1983. Ella trabaja en la reparación y prevención del maltrato infantil; por la dignidad de los niños y niñas en situación de violencia, abuso y abandono, ayudándolos a crecer y desarrollarse dignamente. Se involucra en ello a las familias de las niñas afectadas, para restaurar y fortalecer así los vínculos mutuos y prevenir que el maltrato se repita.Son muchas las niñas que se ven amedrentadas por un ambiente hostil, ya sea en su casa, barrio o sector de desarrollo. Para las mujeres la vida en Chile no es fácil. Lo observo en espacios abiertos como el metro, locomoción, parques. Abundan las tallas de grueso calibre, los comentarios de doble sentido, e incluso descaradamente denigrantes. Algunos hombres se escudan en la masa anónima y cobarde para lanzar desde ahí su diatriba pestilente, sin asomo de vergüenza. Triste y patético. No hay nada más poco hombre que faltarle el respeto a una mujer y más aún a menores de edad.Que este vergonzoso caso de la operación Heidi nos lleve a ser más vigilantes en el respeto a las mujeres, tanto más si son menores y severos en combatir sus abusos.P.Hugo Tagletwitter: @hugotagle