El ánimo de una comunidad se percibe en su actitud cotidiana. Cuando el ánimo es de resignación, agobio o abatimiento las personas marchan sin entusiasmo, sin fuerzas para cambiar su situación, apesadumbradas por las circunstancias. En cambio, cuando ese ánimo se modifica y se pasa a un ánimo de asombro, de optimismo y serenidad, las comunidades comienzan a generar su propio futuro, superando sus lastres.