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La
crisis del sistema de salud colombiano se sigue agravando, todos los días hay anuncios
de pacientes que no son atendidos en las salas de urgencias, donde
recibir un medicamento es una verdadera hazaña y las EPS intermediarias se
roban los pagos mensuales de los usuarios.
En
Los siguientes links publicados por El periódico el Espectador y El País
podemos observar que los más débiles están sin salud; se repiten a diario los
paseos de la muerte; las EPS siguen con las respuestas negativas a los
pacientes sobre los tratamientos, medicamentos, terapias o intervenciones
quirúrgicas ordenadas por los médicos especialistas y los afiliados
siguen pagando cotizaciones sin resultados.
Titulo:
La Crisis de la Salud Segun.
Por: Periódico El
Espectador
Fecha: Lunes 12 de Noviembre/2012
ANTONIO Y
CAROLINA, DOS ESTUDIANTES DE MEDICINA
Me llamo Antonio*, soy estudiante de
medicina y hago mi residencia en un hospital público de Bogotá. Fui de los que
participaron en el paro de médicos por un hospital público el año pasado.
¿Puede creer que tengo 300 cirugías represadas porque las EPS no las autorizan?
Y no sólo eso. Cuando por fin uno puede atender a un paciente, a veces no hay
insumos, ropa ni guantes.
Ellos hacen fila para la cita de la cirugía,
para los exámenes quirúrgicos, para la evaluación preanestésica... Y muchas
veces me ha tocado comprar los insumos con mis compañeros para no perder a los
pacientes. Si veo a 10 enfermos y cinco son de cirugía, termino operando a uno.
Ya ha pasado: pierden órganos y, en el peor de los casos, la vida.
Hace unos meses trabajé en una EPS que quería
enseñarme a clasificar pacientes por estrato: contributivo y subsidiado. No me
regañaban por llegar tarde o atender mal a un paciente, sino por pedir
medicamentos. Recibía llamadas de la auditora médica cada cinco minutos:
“Doctor, está mandando mucho al especialista, está pidiendo drogas muy caras,
está pidiendo muchos exámenes. Usted está saliendo muy costoso para la EPS”.
¡Me regañaban por hacer bien mi trabajo! Aunque es gracioso que diga trabajo,
pues a los residentes no nos pagan. En todos los países del mundo un médico
residente recibe remuneración. Y, además, tienes que pagar $12 millones de
matrícula por semestre.
Nunca entendí cómo pretendían que atendiera a
cada paciente en menos de 20 minutos. Mi horario era de 7 a.m. a 7 p.m., pero
entraba a las 6 a.m. y salía a las 9 p.m. Algunos pacientes requieren más
tiempo que otros. Si me llegaba una persona con una hernia tenía que hacerle
cirugía. No había opción, por lo menos para mí, porque algunos compañeros eran
“juiciosos” y les daban Buscapina. La representante de todos nosotros, la
doctora Carolina Corcho (foto), que está estudiando una especialización en
psiquiatría, ha denunciado que muchas veces los practicantes no ofrecen
servicios de primer y segundo nivel porque no hay antibióticos. Ni siquiera
pueden hacer suturas.
Luego de pasar por una EPS renuncié y ahora
estoy en un hospital público; con menos acosos, pero sin insumos. No fue fácil
conseguir un cupo. Los pocos hospitales reciben a muchos estudiantes y terminan
siete u ocho observando a un paciente. ¿Eso es práctica? Un médico recién
egresado en un rural no es capaz de hacer una cesárea o poner anestesia. Ahora
hay alrededor de 53 facultades de medicina en Colombia y 30 ofrecen posgrados.
El problema es que los hospitales no están condicionados para la docencia;
muchos están quebrados.
Hace poco llegó una señora con cáncer de
cuello uterino y la EPS no le autorizó la quimioterapia. No supe qué hacer. Se
me salía de las manos. Una vez a un compañero le tocó intoxicar a un paciente
para que lo remitieran a un hospital de cuarto nivel en donde lo pudieran
atender. Si no, se moría. Recuerdo cuando la doctora Corcho les advertía a los
estudiantes: “Los hospitales quieren ahorrarse los especialistas. Hay internos
que realizan cirugías sin preparación ni supervisión”.
La doctora Corcho ha denunciado la incapacidad
que tienen muchos estudiantes. “Ni siquiera las más básicas patologías que hay
en Colombia: hipertensión, depresión, enfermedad cardiovascular,
farmacodependencia y alcoholismo. Ellos llegan al rural predispuestos a que la
vida se puede perder. El margen de error de un practicante es altísimo”
(Carolina Corcho, en diálogo con El Espectador).
¿Qué es lo peor de lo que he sido testigo? Una
compañera, residente en pediatría, atendió a un niño de tres años con leucemia.
Necesitaba un trasplante de médula ósea. El papá corría desesperado por los
pasillos del hospital buscando que la EPS se lo autorizara. Cuando llegó a
donde el gerente, éste le dijo: “No le voy a autorizar eso a su hijo, no me importa
ir a prisión. Me sale más barato ir tres días a la cárcel que autorizarle el
trasplante”.
YAMILE, EMPLEADA
DEL HOSPITAL DE MEISSEN
En mayo, cuando se
destaparon las irregularidades de la contratación en el hospital, fue muy
desmotivante, sentimos que la institución asaltó la lealtad que le teníamos.
Los usuarios se vinieron contra nosotros
maltratándonos verbalmente, diciéndonos que habíamos hurtado el dinero y
reprochándonos cosas en las que no habíamos tenido que ver.
A esto se sumaron los inconvenientes con las
EPS. Por un lado, nosotros atendemos a los usuarios, pero estas empresas no nos
pagan las cuentas y si la plata no regresa al hospital, no se puede reinvertir.
Por otro lado está el represamiento de
pacientes, pues no los podemos reubicar oportunamente en los demás centros
médicos del Distrito. Hemos tenido inconvenientes con algunas EPS como
Humanavivir. Cuando llamamos a otro centro a hacer el trámite para trasladar a
un usuario nos dicen que ya se acabó el contrato con la EPS o a veces nos dicen
que ésta ya llegó al tope del dinero contratado. Entonces los usuarios piensan
que el inconveniente es del hospital.
Vivo el drama y el día a día de los pacientes.
Son personas con muchas necesidades por el sector en el que estamos ubicados
(Ciudad Bolívar). No tienen los recursos económicos para poderse desplazar o
tomar las medidas que en algún momento uno puede hacer como pagarle a un
particular, así sea con esfuerzo.
Y nadie hace nada por mejorar esa condición.
Nosotros lo único que podemos hacer es reportar los casos represados a la
Superintendencia de Salud o la Secretaría para que quede la evidencia de que
nosotros hicimos la gestión.
MAURICIO RUBIO, TRIPULANTE DE AMBULANCIA
La muestra más clara de
la crisis vista desde las ambulancias es que la hotelería hospitalaria es
insuficiente. Uno va a un hospital y no hay una camilla para trasladar a los
pacientes desde la que tiene el vehículo a la del hospital, y la camioneta no
queda disponible para otra persona.
Mientras cuento esto puede que en uno de los
hospitales de la red pública estén unas 10 ambulancias parqueadas esperando a
que se desocupe una camilla. Puede parecer un simple problema de insumos, pero
es una situación crítica. Es tan grave como que un paciente tenga un derrame
cerebral y necesite un TAC en menos de tres horas para manejar el episodio sin
que haya secuelas neurológicas. Después de ese tiempo el pronóstico no es muy
bueno. El daño que existe no va a tener reversa.
Cuando entras al hospital, la primera barrera
es abrir historia clínica. Luego, si tratas de entrar a reanimación, el área
está llena, no hay forma de acomodar al paciente en el pasillo porque hay gente
en el piso. Tampoco hay personal suficiente para atenderlos a todos.
La gente critica a los trabajadores de la
salud, dicen que son malas personas, pero es muy difícil atender a tantos al
tiempo. Si vas a una clínica privada hay más personal de salud que pacientes, y
en el sistema público ocurre lo contrario; acá se le paga mal al personal y el
trabajo es extendido. La salud es vista como un negocio y el impacto es la
desigualdad.
UN EMPRESARIO
DE LA SALUD
Tengo convenios con
hospitales públicos y con EPS, prestando servicios médico
especializados. La crisis para nosotros está signada por el retraso en los
pagos. Las EPS no pagan a tiempo a los hospitales; mucho menos a nosotros. De
hecho, muchas veces pago impuestos por cosas que no le han pagado.
La forma en que uno puede garantizar el
pago es con el cobro jurídico. Lo que pasa es que todos
sabemos que en el momento en que uno interponga un cobro jurídico queda marcado
y no le renuevan los contratos. Sale del sistema y le toca dedicarse a otra
cosa.
Lo que hago es tratar de
arreglar ‘por las buenas’, llegar a un acuerdo para que en unos plazos
razonables la institución vaya pagando de a poco. Nos han obligado a hacer
descuentos sobre facturas que se presentaron hace más de un año, solamente para
obtener algo de dinero. Uno bien ahorcado, dice: “Listo, yo hago el descuento y
págueme una parte de la plata que me debe”.
Esas son las reglas de juego. Que están
contra la ley, seguro, pero el sistema está funcionando así.
UN MÉDICO DEL
HOSPITAL DE MEISSEN
En tiempos de Carlos
Lizcano (exgerente del hospital, 2009-2012) nunca faltó un material ni
personal. Pero cuando se empezó a destapar todo lo del carrusel de la salud y
la corrupción en Meissen vino el cambio de Secretaría y parece que al hospital
se le cortó un flujo de caja importante. Cuando llegó el nuevo director los
pagos se empezaron a retrasar, todo comenzó a faltar. ¿Por qué? Porque a los
proveedores Lizcano les pedía plazos y ellos aceptaban el tiempo que fuera,
pues él les daba confianza. Cuando la Secretaría de Salud denunció todo
empezaron a decir “no más plazos. Págueme lo que me debe”.
Faltaban jabones, toallas, papel higiénico,
medicamentos, insumos para hacer laboratorios, lo que se pueda imaginar.
Incluso, las cosas llegaron a un nivel inaceptable. Teníamos que decirles a los
pacientes “vayan y compren unos guantes porque necesitamos que estén
esterilizados y no hay”.
Si el paciente no tenía cómo comprar los
insumos para hacerle sus procedimientos, yo le preguntaba a mi jefe qué tenía
que hacer. Por ejemplo, hubo días en que no había tapabocas ni siquiera y no
pude entrar a ver a los pacientes porque no tenía ninguna barrera de
protección.
Muchas veces nos tocó hacer algo que es
ilegal: decirle a un paciente que era mejor que se fuera para otro hospital y,
por si fuera poco, hacerle firmar una carta en la que se exoneraba al hospital
por cualquier cosa que le pudiera pasar. No era obligatoria, pero les decíamos
que no había forma de cumplir con el procedimiento que necesitaba.
En últimas, lo más triste es que el hospital
se acostumbró a la muerte, los médicos tenían que enfrentarse a las
limitaciones y muchas veces remitir pacientes a sabiendas de que en el intento
podían morir. Se le pedía al médico que fuera mediocre, pues no había cómo
exigir calidad.
Sufrir cáncer de seno en...
A Susana Idczak le
diagnosticaron cáncer de mama justo antes de la Navidad de 2005. “Mi ginecóloga
me encontró un bulto y de inmediato me recomendó una biopsia”. La muestra se
tomó el 14 de diciembre y poco más de una semana después, el 23 de diciembre,
le informaron que se trataba de cáncer, que debía operarse y que debía escoger
dónde lo quería hacer.
Aunque Susana vive en Zárate, una ciudad 100
kilómetros al norte de Buenos Aires, en Argentina, y aunque pagaba un servicio
de medicina prepagada, la primera opción en la que pensó fue en el Hospital
Público Ángel Raffo —ubicado en el centro del país y especializado en servicios
de oncología—, donde el 50% de los pacientes carecen de cobertura privada.
Pese a que la demanda en ese centro de salud
era alta, logró una fecha de operación en febrero de 2006. A Susana le pareció
una eternidad y a través de la medicina prepagada consiguió una médica en una
clínica privada de Buenos Aires, que la operó el 11 de enero. Al día siguiente
salió de la clínica, luego de lo cual comenzó un tratamiento de quimio y
radioterapia. “Fueron cuatro sesiones de medicamentos (una por mes) y 38 días
de rayos”, dice. Todos, cubiertos por el servicio de medicina que tenía
contratado y por el que pagaba menos de 400 pesos argentinos (US$100) al mes.
¿Qué habría pasado de no tenerlo? Lo mismo. El
Estado argentino habría garantizado su acceso a los medicamentos y tratamientos
necesarios, tal como informa Roberto Pradier, director del Instituto Nacional
de Cáncer, que señala que tanto los hospitales públicos como el Banco de Drogas
de la Nación garantizan la cobertura total a toda la población afectada por
cualquier tipo de cáncer.
“Además de las intervenciones quirúrgicas y de
los medicamentos, los organismos de salud regionales disponen de traslado y
alojamiento para pacientes que vivan en áreas alejadas y que deban desplazarse
para recibir la quimioterapia”, afirma. Así mismo, tanto la salud pública como
la privada cubren la asistencia psicológica, social y espiritual que el
paciente y sus familiares necesiten. Y en el caso de cáncer de mama, incluso,
hasta la reconstrucción de seno.
Susana terminó su tratamiento en mayo de 2006,
cinco meses después de haber sido diagnosticada. Después de ello, cada tres
meses, durante el primer año se realizó controles a través de ecografías,
mamografías, ecografía de abdomen y tórax y exámenes de laboratorios. Hoy,
curada del todo, hace sus controles cada año. “Como lo debieran hacer todas las
mujeres”, dice.
Titulo: 5 Casos
increíbles en la crisis de Salud que se vive en Cali.
Publicado
Por: Periódico El País.
Fecha:Lunes 12 de
Noviembre/2012.
El acceso a los servicios de salud por los que pagan los
beneficiarios del régimen contributivo se ha vuelto una odisea. Conseguir una
cita con especialista, una cirugía, un examen o unos medicamentos es todo un
lío. Los usuarios deben
acudir a la justicia y a las autoridades administrativas para que se les
atienda.Edwin Chávez Cardona, 32 añosYo tenía una especie de muerte de la
cabeza del fémur. Lo que pasó fue que la EPS me demoraba los procedimientos, me
inyectaban, me decían que era un desgarre, pero no me calmaba el dolor. Hice
derechos de petición solicitando que me atendieran. El dolor persistía pese a
lo que me daban. Tuve que ir a una consulta particular, porque en la EPS la
cita más pronta con el ortopedista era tres meses. Eso fue en julio.
Yo no aguantaba más, solicité la cita en
el Centro Médico Imbanaco con un ortopedista y traumatólogo y él me dio el
dictamen: tenía ‘necrosis avascular bilateral de cabeza femoral’.
Al conocer el diagnóstico fui a la EPS y
ellos se preocuparon, empezamos con el derecho de petición y comenzó el
proceso, pero con las demoras de siempre: que hay que esperar el examen, que
espere la cirugía, que no había ortopedista... Me habían dicho que el pedazo de
hueso que tenía se me podía partir y eso implica un reemplazo total de cadera.
Pero nada me resolvía la EPS. Acudí a la Defensoría del Paciente y me empezaron
a ayudar para que me realizaran la cirugía y gracias a eso me operaron el 17 de
octubre pasado.
María Helena Sevillano
Mi hijo Christian (de 14 años) se cayó y
sufrió un trauma raquimedular con ruptura de médula espinal, quedó inválido.
Inicialmente, con una tutela, en la EPS me dieron una orden para una silla de
ruedas, pero me dijeron que tenía que pagar $150.000, y yo no tenía. Me dijeron
que me la guardaban hasta que tenga la plata. Cuando volví por la silla me
dijeron que no estaba. La fisiatra me dio otra vez la orden, pero con una silla
de bipedestación y después de tres meses me dijeron que así no la cubría la tutela,
que tenía que pasar por Comité Técnico Científico (CTC).
Estos días fui a recoger la orden y me
dijeron que tampoco la cubría por CTC.
Tuve que poner una tutela integral porque
mi hijo tiene también unas terapias que me están cobrando. Puse una tutela por
exoneración para que no me hicieran ningún cobro y me salió a favor, pero
después me dijeron que no, que se habían equivocado. Al niño le tienen que
hacer terapias físicas y acuáticas. Por eso me cobran más de $300.000, a pesar
de que la tutela fue integral y me exonera de pagos.
Olivia Orozco
Mi hija Cristina tuvo inflamación de una
córnea y cada rato teníamos que ir de urgencias al Seguro de Cámbulos. De ahí
me mandaban a la clínica Visión, allá estuvo en un proceso de casi dos años y
nunca se dio la operación para trasplante de córnea. Ella seguía con dolor día
y noche, íbamos, le echaban unas goticas, pero nada.
Que estaba en una fila de 70 para
trasplante. Por último, un médico que la había visto en otra clínica por la EPS
me llamó y me dijo que había una córnea lista, pero de forma particular. Ante
eso, viendo a mi hija malita del ojo, la tomé. Me costó seis millones de pesos
el trasplante.
Me tocó prestar para la operación. Antes
yo había metido derecho de petición para el otro ojito que tenía catarata,
después se le opacó el lente y le hicieron un láser, y ya luego seguí en la
lucha de la córnea y prácticamente me ha tocado de mi propio bolsillo la compra
de las gotas y otras cosas. Hace poco fuimos a la cita de optometría y me
dijeron que ya no había convenio. Me fui para otra oficina, me pusieron a
llamar por teléfono y estoy a la espera de la cita.
Iraides Gaviria, 54
años
Hace cinco años me operaron de la vejiga
y me han tenido de urólogo en urólogo. Estuve en un tratamiento el año pasado,
me mandaron una urodinamia y otros exámenes. Los pedí a finales de enero y me
dieron la cita para mayo. Días antes de la cita me llamaron de la clínica y me
dijeron que ya no me podían hacer los exámenes porque ya no tenían contrato con
mi EPS. Me fui a la EPS y me mandaron para otra parte, pero en este nuevo lugar
nunca contestaban.
Entonces me mandaron para la Valle del
Lili. Volví con los resultados a la EPS y me remitieron a Unicáncer. Me dieron
una cita para un mes y medio después, me dijeron que mi caso era delicado y
tenían que operarme otra vez. El urólogo me dijo que pidiera otra cita en la
EPS y me la dieron para octubre. Me llamaron el 1 de octubre de Unicáncer a
decirme que ya no tenían convenio con la EPS y que buscara otra parte. Puse una
queja a la EPS en Bogotá y al otro día me llamaron de la sucursal de la empresa
Cali para decirme que ya me tenían la cita.
Laura Sofía, 2 años
La madre, Karen Pacheco, denunció que la
niña tenía pendiente una cita con dermatología, la cual su EPS no le asignó
oportunamente, motivo por el cual ha tenido que pagar particularmente
valoraciones con especialista y medicamentos. Solicitó acompañamiento de la
Defensoría del Paciente para gestionar la cita con el especialista y el
reembolso del dinero que ha gastado en la atención particular de su hija.
En junio 8 se consiguió la cita con
dermatología, en julio 5 se le realizó junta médica, se definió diagnóstico, se
acordó tratamiento y se diligenció formato CTC (Comité Técnico Científico) que
aprobó toda la atención que requiere la menor. El 5 de septiembre asistió a
cita de control con el dermatólogo Jaime Gil y el 9 de agosto la EPS realizó el
reembolso de los dineros pagados particularmente.
http://albamarinaruedaolivella.blogspot.com/2012/11/la-crisis-del-sistema-de-salud.htmle-mail: amrolab7@yahoo.comVisita mi fan page en FACEBOOK Sígueme en TWITTER Sigue Mi Periódico en Paperli Sigue mis Videos en YOU TUBE Sigue mi Blog en BLOGGER