. Afecta a individuos de todas las sociedades.
Si la depresión no es detectada a tiempo puede volverse
aguda. Y en ese caso es imprescindible un tratamiento médico inmediato porque
sus síntomas afectan a casi todos los aspectos y las acciones cotidianas de la
vida. Hace muchos años la depresión era considerada una enfermedad episódica.
Se ha comprobado que se trata de un trastorno recurrente con tendencia a la
cronicidad. Su prevalencia es creciente y afecta alrededor del 20% de la
población a lo largo de la vida. También se sabe que la mayoría de los
pacientes va a requerir tratamiento a largo plazo. Por otro lado se conoce que
el 70% o más de las depresiones son recurrentes. Esto significa que una vez que
una persona tiene una crisis, ésta vuelve a repetirse otras veces en la vida. Los
trastornos depresivos dan cuenta de aproximadamente el 10% de las consultas de
atención médica primaria. Son complejos, difíciles de tratar.
A menudo el impacto de la depresión se subestima tanto en
términos de sufrimiento personal como en la carga económica para los servicios
de salud y para la comunidad.
La depresión…
•Expone a los pacientes más jóvenes a un riesgo aumentado de
alcoholismo, abuso de drogas y suicidio.
•En los ancianos aumenta el riesgo de mortalidad a partir de
enfermedades médicas preexistentes.
•Reduce la capacidad del paciente para el funcionamiento
social y economico y afecta en forma adversa las relaciones familiares y
matrimoniales.
•Los pacientes deprimidos pasan más días en la cama que los
pacientes con hipertensión arterial, diabetes o dolor lumbar.
Los pacientes deprimidos se quejan más de dolores corporales
que cualquiera de los otros grupos de pacientes, salvo aquellos con artritis.
•La depresión también retrasa el regreso del paciente al
trabajo luego de su enfermedad y es una causa de ausentismo laboral aumentado.
•Los pacientes deprimidos tienen además, una tasa más alta
que la esperada de muerte súbita cardiovascular
Síntomas reveladores de la Depresión:
1. Sensación de tristeza, ansiedad o vacío que dura dos o
más semanas
2. Pérdida de interés o goce en la mayoría de las
actividades
3. Sentimientos de desprecio, desesperanza, desgano y culpa
4. Cambio significativo en el peso o apetito
5. Cambios en los
hábitos de sueño (insomnio o dormir demasiado)
6. Fatiga y pérdida de energía
7. Agitación e irritabilidad
8. Dificultad para concentrarse y para tomar decisiones
9. Pensamientos frecuentes sobre la muerte, suicidio o
intentos de suicido.
Múltiples enfermedades médicas se encuentran relacionadas
con la depresión entre ellas la hipertensión arterial
Un estudio americano en 3300 adultos sanos, con un
seguimiento de dos décadas, sugiere que las personas que tienen síntomas de
depresión o ansiedad tienen un mayor riesgo de desarrollar hipertensión.
Este aumento del riesgo es similar en hombres y mujeres, y
se mantiene incluso después de haber controlado los otros factores de riesgo de
la hipertensión: tabaquismo, alcohol, obesidad y presión sanguínea sistólica y
diastólica basales
Por otra parte, tanto la ansiedad como la depresión causan
cambios fisiopatológicos directos. Se
han relacionado ambos con alteración de la función plaquetaria, coagulación
sanguínea, función inmune, alteración autonómica, eje hipotálamo-hipofisario-adrenal,
y función endotelial; todos los cuales juegan un rol en el desarrollo y
progresión de la enfermedad inflamatoria crónica de la ateroesclerosis. Asi mismo se ha demostrado que
pacientes con depresión y ansiedad cursan con desregulación del sistema
nervioso autónomo, que conlleva a una reducción del tono vagal e
hiperactividad simpática. Este fenómeno se asocia con un incremento de la
frecuencia cardiaca en reposo, disfunción de la sensibilidad barorefleja, y
alteración de la repolarización ventricular; los cuales a su vez son
marcadores predictivos de arritmia fatal y muerte súbita cardiaca.
Con
la creciente evidencia de la ateroesclerosis como un proceso inflamatorio, ha
existido mucho interés en la inflamación como un mediador entre la depresión y
la cardiopatía isquémica. La depresión es asociada con una respuesta de fase
aguda como lo demuestra el incremento en la concentración de proteína C
reactiva, interleucina 6, interleucina 1 y factor de necrosis tumoral alfa. Otros
factores potenciales presentes en pacientes deprimidos que se han visto
influyen en el resultado son los relacionados a la conducta como la falta de
adherencia al tratamiento, factores dietéticos y sedentarismo.
La depresión y ansiedad se
asocian con un deterioro en la calidad de vida en los pacientes que sufren un
infarto e incrementan los gastos relacionados a los cuidados de la salud. Los
pacientes que cursan con síntomas de ansiedad o depresión posterior a un
infarto tienen un riesgo mayor de isquemia recurrente, reinfarto o arritmia
fatal (taquicardia ventricular/fibrilación ventricular), independientemente de
otros factores de riesgo coronario y con relación directamente proporcional al
nivel de intensidad de los síntomas.