. Pues bien, hoy día es su máximo representante, el Neoliberalismo,
el que se ha convertido en la religión por excelencia, sus seguidores forman
prácticamente una secta, con sus ritos de iniciación y sus mitos de creación.
Completan su fe con un credo compuesto de 10 mandamientos gravados a fuego en
su interior y que pretenden esculpir con sangre en la sociedad.Desde que
esta secta tomara las facultades de economía, acaparara los ministerios del
ramo y fundara por doquier sus bussines school para extender
su credo, el mundo no ha dejado de amoldarse a sus requerimientos, sea por
las buenas o por las bravas. Cuando la persuasión no alcanzaba el objetivo,
allí estaban los hombres de negro para hacer entrar en razones
y si no se podía venían los de uniforme para, ya que no se podía salvar el
cuerpo del desgraciado, salvar su alma, enviándolo directamente al purgatorio.
El Neoliberalismo es la ideología en
estado puro de las élites gobernantes, y como tal ideología de la clase gozante
es impuesta al resto de la sociedad por medio de la cultura, el arte o la
religión. No hay que buscar, como hace Luckmann, una religión de la
globalización en el consumismo, o en el fútbol, como Robertson, la religión de
la globalización es el mismo Neoliberalismo. Se ha impuesto por encima del
resto de religiones tradicionales, llegando a inocular su propio virus. En el
cristianismo lo ha hecho con cierta facilidad, pues, siguiendo la teoría de
Weber, el protestantismo nutre al espíritu del capitalismo. Según Weber, el
capitalista cree, como un acto de fe, que el tiempo es dinero, que el crédito
es dinero, que el dinero es fértil y productivo, y que la ganancia de dinero es
la certificación de su salvación eterna. Dios, en su libérrima voluntad, ha
decidido salvar a unos y condenar a otros. Los ricos son los que Dios
había predestinado para la salvación; los pobres solo reciben las consecuencias
de su fatal destino. Nada puede modificarse en la sociedad capitalista,
todo es voluntad divina. El Neoliberalismo ha llevado esto al paroxismo, pero
con un toque laicista. Donde el espíritu del capitalismo protestante habla de
Voluntad Divina, el Neoliberalismo deja un lacónico: las cosas son así.
Esta religión, la más poderosa de todas, tiene sus ritos y sus mitos, pero
también tiene, esculpidas en el LED de las múltiples pantallas que nos gobierna,
unas Nuevas Tablas de la Ley que han sido dadas en el
Mont Pelerin en 1947 a Herr Hayek y tras él, el pueblo elegido de los
neoliberales ha cumplido su misión. Friedman en Chicago se encargó de extender
la nueva fe por todo el mundo, con el apoyo de las fuerzas armadas de Estados
Unidos y el dinero que fluía a raudales desde las grandes corporaciones. Estas
Tablas reflejan un Decálogo sencillo y que cualquiera puede reconocer con suma
facilidad:
1º. Las acciones del hombre, homo oeconomicus, están guiadas
por la racionalidad egoísta.
2º. El egoísmo individual construye la sociedad libre.
3º. La sociedad no existe, es un mero agregado de individuos egoístas
racionales.
4º. La sociedad es una lucha entre individuos.
5º. El Estado es malo por esencia.
6º. Para asegurar el máximo bienestar hay que impedir la intervención del
Estado.
7º. El Mercado es Santo, es el garante de la libertad individual.
8º. El Mercado no necesita intervenciones externas, se autorregula y
gestiona eficazmente.
9º. La especulación es el instrumento para castigar las ineficiencias y
premiar la eficacia.
10º. Estos mandamientos deben universalizarse.
Estos diez mandamientos se resumen en dos: te amarás a ti mismo sobre
todas las cosas y al enriquecimiento como a un dios.
Esta Nueva religión se ha impuesto de tal manera que los cerebros humanos han
sido infectados, a lo Dawkins, por un virus exterminador de lo que de
humano hay en el hombre: la gratuidad, la capacidad de sacrificio por los
demás, la misericordia, la solidaridad y el amor, entendido como entrega
incondicionada. La Nueva religión, el Neoliberalismo, ha venido a sustituir
al resto de religiones o a engullirlas. Cualquier religión que quiera seguir
existiendo en la globalización deberá asumir las nuevas Tablas de la Ley o
prepararse a desaparecer. Claro que también nos queda la opción de la lucha y
el martirio. A ver si somos capaces.