Los lectores de este espacio en la red conocen sobradamente nuestro diagnóstico de la situación, pero no está mal repetirlo brevemente: nos encontramos ante una crisis sistémica del modelo social y económico imperante en la que las élites no quieren perder sus privilegios y hacen todo lo posible por seguir controlando la riqueza mundial a toda costa. Cuando la tasa de ganancia se reduce hay que aumentar los intereses de la deuda, una forma de que los rentistas del capital mantengan sus beneficios. Si las empresas no pueden generar grandes beneficios, deberán ser los Estados, mediante su deuda soberana, los que financien a los poseedores del capital. Esta es, en grandes líneas, la descripción de lo que sucede, pero también sucede que los medios de comunicación, al servicio de esos grandes intereses económicos, caso paradigmático es PRISA, adquirida por un fondo de inversión americano, difunden un discurso que legitima el saqueo constante de las inmensas mayorías mediante una doble estrategia: de un lado se disuade la crítica y de otro se culpabiliza a la población. Se disuade la crítica al proyectar el modelo económico como invariable, como algo dado e inexpugnable; se culpabiliza a la población restregándole por las narices los años del boom económico, como si todos nos hubiéramos beneficiado de ello, como si la riqueza de unos cuantos engalanada en los medios nos hubiera tocado como por encanto. Una cosa es ser rico y otra es creernos o parecer ricos.