Negar la existencia de algo llamado suerte o azar es un privilegio solamente al alcance de las personas
a las que la vida nos sonríe más o menos. Detesto las expresiones del tipo “cada uno tiene lo que se merece” como
si nacer en Sierra Leona o en la Quinta Avenida fuesen detalles sin
importancia. No existe la igualdad de
oportunidades que nos vende el liberalismo. El contexto socioeconómico en
el que nacemos y crecemos no es determinante pero sí que predispone, sí que
facilita o dificulta unas oportunidades u otras.
La suerte está presente en todo. Un número de lotería, un
accidente, una persona o una enfermedad. Muchas de las cosas que nos pasan son
ajenas a la razón, no tienen nada que ver con nuestro esfuerzo en que nos salgan bien las cosas. El carácter positivo o negativo puede colaborar en esa suerte pero
creo que las cosas suceden, sin más. Sí que niego rotundamente que alguien
tenga mala o buena suerte, yo hablo de que los hechos no son controlables. No
seleccionas lugar de nacimiento, familia, colegio, barrio, tener predisposición
a una enfermedad, que un contacto te ofrezca un trabajo, que una chica se
choque contigo en el metro…eliges muchas cosas pero otras tantas quedan a expensas de la casualidad.
No, no somos presas de la suerte. Lo que sucede, lo que pasa, te pasa a ti. Y lo que
para una persona puede ser una enorme desgracia para otra puede suponer un
cambio decisivo en su vida. No hay nada bueno por si mismo, la manera en que lo
recibas y lo manejes hará de esa experiencia algo positivo en tu vida o la
convertirá en un desastre.
Y eso, la manera de afrontar las cosas, sí que no depende de
la suerte.