NO MÁS EL MIEDO
NO MÁS EL MIEDO
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"El miedo es un gusano carcomiendo/Te deja silente y aislado/ Te vuelve servil/Te desmantela../Va doblegando tu esperanza/ y como ostra taciturna/ ya sólo te importa tu sosiego". Es un trozo del poema "Miedo al Miedo", en donde yo he presentado al miedo como elemento paralizante, disociador, una herramienta milenaria de las tiranías. Cualquier lectura que hagamos de los efectos psico-sociales de la represión, marcará el mismo hecho. Los hombres sometidos al terror flaquean, escabullen por los recónditos laberintos de la mente, generan conductas de aislamiento, de culpa. Lo plantea, tal vez con mayor fuerza, el poema "Individualísimo", que presenta al hablante urbano que ha internalizado ese miedo ambiental: "En la piel siento vergüenza/en los ojos desconfianza/ en mis manos escondidas sólo siento la distancia/ Evitando invitaciones/Con temores de invitar/ restringiendo confidencias/Un espécimen normal/... Y me alergian los bullicios/Y le escapo a su canción/ han logrado transformarme en gentil consumidor..." Para poder recuperar la libertad en la íntima fibra de las personas, es preciso erradicar para siempre el miedo. Nadie puede defender los derechos ajenos si el propio interesado los resigna y no se compromete en su defensa. Este factor es fundamental para que las personas generen actitudes sanas en función de sus intereses. Como dijimos anteriormente, es preciso desterrar el autoritarismo de nuestras conductas cotidianas, y, en el mismo sentido, es preciso fortalecer la autoestima ciudadana, a efectos de potenciar la libertad como una postura protagónica en nuestras vidas. La obsecuencia es tan dañina como la prepotencia, y son ambos obstáculos para poner en ejecución cualquier proyecto de trabajo. La obsecuencia anula toda creatividad. Sólo se sabe obedecer sin cuestionamientos. Tampoco nadie puede esperar lealtades de un obsecuente, ya que él servirá al que lo mande con más rigor. En definitiva, la violencia se retroalimenta con la debilidad, cobardía y el silencio de los subyugados. Muchas veces, racionalmente, elaboramos justificaciones para no hacer. Pecamos de omisión al resignar legítimos derechos ante la fuerza o prepotencia de los abusadores. Sin embargo, la no-violencia dice no a la brutalidad, y lo hace con su fuerza, la razón y los valores. Quisiera insistir majaderamente en esta idea, porque involucra lo educativo y familiar, pues estos desvalores, estos estilos de convivencia con parámetros de dominante-dominado , arruinan cualquier proyecto que apunte a formar personas, es decir, seres libres, capaces de forjar su propio destino. El desarrollo de nuestros países necesita niños creativos, jóvenes que amen y ejerzan su libertad con responsabilidad. Personas capaces de emprender la aventura de construir un sueño, capaces de construir equipos, de generar relaciones justas de colaboración. Sin ventajismos, con sincero aporte y dedicación al trabajo que se acometa. Chile y Latinoamérica buscan este ajuste profundo de sus sistemas educacionales, para generar energías renovadoras, que sustenten en las nuevas generaciones un espíritu equilibrado, en donde se combinen el amor por las raíces y el entusiasmo innovador para conquistar con calidad espacios en un mundo competitivo.