CULTIVAR LA DOCTRINA DEL ESFUERZO
CULTIVAR LA DOCTRINA DEL ESFUERZO
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El desempleo, con la consecuente incorporación del jefe de hogar a la economía informal. El descalabro de los roles clásicos en la pareja, con la mujer incorporándose al trabajo, y el hombre cayendo en cuadros depresivos a raíz de una inseguridad laboral que lo ha sorprendido, sin opciones, a una edad madura. La cesantía atendida con programas paternalistas, el hombre que baja sus brazos y espera que le sigan dando. La marginalidad empantanando a la digna pobreza de otrora, con efectos paralelos, como el alcohol de las botillerías de urgencia, o la droga que se distribuye por las esquinas de las barriadas. En fin, todo un cuadro de descomposición ética, que podría resumirse en un desfiladero por donde el hombre urbano transita con graves riesgo para su dignidad, para su calidad de persona. La desesperanza reptando por los pechos ha conducido a laberintos depresivos y alienantes que se traducen en abulia, apatía, falta de ganas; agotamiento espiritual que fácilmente deriva en el alcoholismo, la mendicidad, la aceptación de la prostitución, la horrenda decadencia que conduce a ámbitos de tenebrosas aristas. Allí está el hombre con sus llagas como cruda expresión de la negación del más elemental derecho: la vida y la dignidad elemental de toda persona. La enorme tarea de la sociedad toda es mejorar las condiciones de vida de esos hermanos que han caído en el túnel de la miseria. Es el desafío patrio para traer a la sociedad chilena una seguridad, una perspectiva que vaya neutralizando esos nudos gordianos de la marginalidad. Pero el esfuerzo debe promover al hombre hacia su dignificación. Entregándole herramientas para subir hacia escaños de mayor dignidad, centrando los esfuerzos del gasto social, sin populismos, en la educación, para una mayor autonomía en la solución de sus propios problemas. Recuperar la doctrina del esfuerzo significa enfrentar los desvalores del facilismo, del oportunismo, del cortoplacismo. Significa cimentar una convivencia que sea realmente antropocéntrica, que salga de los esquemas mercadotécnicos para entender que tras la generación y distribución de la riqueza está el hombre. El hombre de carne y espíritu, que desea realizarse en el trabajo, que busca crecer y cubrir sus múltiples aspiraciones. Necesidades que no son todas cuantificables ni pueden ser atendidas con parámetros de oferta y demanda. EQUILIBRIOS NECESARIOS Hay elementos fundamentales en las aspiraciones e intereses del ser humano, como la necesidad de pertenencia, de realización, de servicio público, de poder, tras los cuales despliegan su esfuerzo los hombres durante su respectivo proyecto de vida. Por lo tanto, el buscar oportunidades para Ser, para alcanzar una mayor autoestima, para proyectar en forma corporativa como nación un proyecto de país, un horizonte de convivencia, todo pasa por el perfeccionamiento de la calidad de la sociedad y del Estado como su máxima organización. En la aspiración a ser felices los hombres buscan mucho más que cosas materiales. Pero las sirenas elevan sus cánticos cotidianos a través de las parabólicas o el cable y los arrecifes son atractivos. El sentido de pertenencia pasa a ser suplido por la tenencia de una tarjeta plástica. "Debo, luego existo", pareciera ser uno de los mensajes subliminales que distorsionan el ethos cultural de nuestra sociedad. El consumismo puede convertirse en una expresión compulsiva de nuevas soledades, de neo-angustias que van estresando los estómagos anoréxicos de los "yuppies de la city" . En la nueva sociedad de mercado es preciso actuar con la cabeza despejada. Las altas tasas de endeudamiento de los sectores medio bajos y populares está preocupando a las autoridades. Es que el consumismo cala en inversa proporción al grado de conciencia o educación de las personas. Es un fenómeno extendido, que dificulta colocar en el centro de interés colectivo temas que no reditúen en términos mercantiles. La descripción de estos hechos no significa rehuir las propias responsabilidades por caer a menudo en los embrujos de las luces de neón, por correr de pronto tras titulares, oropeles o bisuterías. "Taquillar" es un verbo de los tiempos modernos, que conjugan, sin demasiado pudor, políticos, artistas, intelectuales, académicos y poetas. Talvez los más discretos sean los propios empresarios, cuyo estilo de hacer negocios les lleva a publicitar en sus campañas sus bienes o servicios, pero no a publicitarse ellos mismos. La doctrina del esfuerzo es la expresión de una actitud de amor hacia lo que cada cual debe realizar. Es una invitación a desplegar los propios sueños y a luchar por ellos, pese a los distractores que pretenden hacernos perder el norte. Trabajo concienzudo, cooperación para ser mejores. Construcción solidaria de nuestras comunes aspiraciones de progreso, manteniendo en el empeño nuestra identidad.