Es una pregunta habitual en consulta. Pretendemos ver las
expectativas de la persona, su capacidad de proyectarse positiva o
negativamente en el futuro. También es útil para que exprese sus deseos y sus
miedos. Además analizando su forma de explicarse en lo referente a estos temas
podemos conocer las ideas nucleares que rigen su vida.
En teoría es útil la pregunta, la respuesta parecía que tenía
que ir encaminada con una cierta coherencia hacia una seria de objetivos
comunes (trabajo-familia-casa-coche). El proyecto vital, ese tipo de cosas.
Cada mes que pasa y nos sumerge más en el lodazal que se ha convertido este país
creo que la respuesta debe variar. Que el orden, la seguridad o el plan cerrado
deben dejar paso a la adaptabilidad, al riesgo, a un plan abierto a los
posibles cambios en todos los ámbitos. Porque los proyectos, igual que los
mapas, tienen un problema importante, son teoría. Y entre la teoría y su
ejecución existe un abismo a veces insalvable. El futuro lo tengo que
planificar a través de cosas que pueda conseguir, que dependan de mí. Los
objetivos deben ser siempre interiores, el crecimiento es interior no se puede medir con nada externo.
Es cierto que afrontando de una manera positiva el futuro
las cosas salen mejor. También es cierto que el hecho de tener un plan nos
puede disponer de una manera activa a conseguirlo. Nos esforzaremos en
conseguir aquello que nos hemos imaginado. Lo que yo pido es adaptación, que
tiene muy poco que ver con conformismo o resignación. Adaptación para ser
felices en China, Qatar, Alemania o Villar de la Encina. Adaptación para ser
felices con una familia numerosa, con un hijo, viviendo en pareja o
individualmente. Adaptación para ser felices con 2000 euros o con menos de la
mitad. Pero ser felices porque la capacidad para serlo, la tenemos dentro. Ese
es nuestro mayor potencial.