. Nuestro pequeño mundo ha pasado a la UTI con mucha rapidez. Y hay que tomar cartas en el asunto si no queremos fallecer en el intento de rescatarlo.Estos conceptos se refieren a cambios atribuidos, directa o indirectamente, a la actividad humana, que alteran la ecología mundial, sumándose a la variabilidad natural del clima.Los problemas ecológicos son, ante todo, una cuestión de sostenibilidad y de responsabilidad, pues, a menos que se protejan adecuadamente los recursos naturales, a mediano y largo plazo, no será posible vivir una vida digna en la Tierra.La acción del ser humano requiere una cuidadosa atención a las consecuencias que tiene en este ámbito. Como señaló Juan Pablo II en un mensaje sobre la paz y medio ambiente: “toda intervención en un área del ecosistema, debe considerar sus consecuencias en otras áreas y, en general, en el bienestar de las generaciones futuras”. El cambio climático puede comprenderse como una gran hipoteca medioambiental sobre las posibilidades de consumo actuales y de las futuras generaciones. Sin sostenibilidad ecológica, los triunfos en la lucha contra la pobreza tendrán una duración limitada.Con el avance de las tecnologías y medios de comunicación social, tenemos acceso a mayor información sobre los desastres ambientales y los conflictos sobre los recursos, por lo que debería aumentar nuestra conciencia de responsabilidad por ello. Pero no es así. Al menos en esta parte del globo, la conciencia medioambiental es baja, vivimos como si el mundo fuese eterno. Hemos explotado irresponsablemente nuestro planeta y ahora nos está pasando la cuenta.A esto se refirió hace un tiempo atrás Benedicto XVI: “Ante el trasfondo de la globalización y el límite cada vez más visible de los bienes del planeta, así como la grave crisis del mercado desregulado, es necesario definir nuevamente el concepto de bien común, considerando que las perspectivas nacionales sólo inciden de forma insuficiente. A nivel internacional la presión sobre los bienes naturales aumenta intensamente y en el futuro la seguridad sobre el suministro de materias primas y de alimentos determinará en forma esencial las relaciones bilaterales y multilaterales, poniendo en serio riesgo la paz”.Un trato amistoso con el medio, con la Creación, no es solo un bien para el hombre: resulta hoy urgente un cambio de hábitos, que nos lleve a humanizar la realidad en toda su dimensión. Ahora es un problema de sobrevivencia.La creación está vitalmente ligada al Creador y manifiesta, aunque de modo imperfecto, rasgos suyos. Todo lo que existe es un gran acto de comunicación de Dios, Él se comunica a sí mismo en todas sus criaturas y así “lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras” (Rom 1, 20).Todo lo creado es bueno, pues todo procede del Dios creador, no hay una realidad buena y otra mala. La bondad divina está presente en todo lo que existe, precisamente porque existe como obra de Dios.Este universo maravilloso no es fruto del azar ni tiene su origen en alguna voluntad o posibilidad humana. Todo lo creado es obra de Dios, todo procede de sus manos, “en el principio creó Dios el cielo y la tierra” (Gén 1,1). La obra creadora de Dios continúa en el obrar del hombre. Somos meros administradores, no dueños. Y eso es más notorio aún en el hecho de que nuestros actos repercutirán en las generaciones futuras. Renovemos nuestra responsabilidad por lo creado. Es tarea de todos.P.Hugo Tagletwitter: @hugotagle