Es probable que en particular con
esta colaboración pueda allegarme de comentarios de personas que sentencien mi
calidad humana, sin embargo, veo necesario escribir del tema que más adelante
abordaré y del cual intentaré explicarme de la mejor manera para herir las
menos susceptibilidades que se pueda:
Hace unos días, con mucha tristeza y
asombro las y los mexicanos pudimos dar cuenta del estado de salud del Ex
Secretario de Educación, Alonso Lujambio Irazábal, quien se presentó en la
Cámara para tomar protesta ahora como
Senador de la República.
Hacía tiempo que Lujambio no daba
entrevistas, pues se encuentra luchando contra el cáncer que al parecer tiene
en la médula ósea, y al ser abordado por la prensa, manifestó que estaba
“listo” para desempeñar el trabajo legislativo.
Minutos antes, había pedido permiso a
la Mesa de Decanos para que en su apoyo el Senador Fernando Torres García depositara su voto en la urna, respecto de
quien debía ser el presidente de la Mesa Directiva, cosa que no pudo hacer por
su propio pie.
Muchos comentarios de buenos deseos y
aplausos pudo reunir ese día el ahora senador, pero…… ¿Realmente está listo
para desempeñar a cabalidad el cargo? ¿Tendrá el ánimo y arrojo que se necesita
para impulsar y defender las leyes que nos beneficien a todos? ¿Podrá su
enfermedad distraerlo de sus temas de agenda, reunión de comisiones diarias
etc..? ¿Concluirá el periodo para el que fue electo? ¿En qué fase está el
cáncer de Alonso Lujambio? ¿De verdad podrá vencer esta batalla tan cruel en la
que se encuentra? Ojalá que sí.
Créame amable lector, que en lo
personal nada me daría más gusto que quienes se dedican a encontrar la cura
contra esta agresiva enfermedad u otras de igual importancia nos dieran la tan
anhelada y esperada noticia por millones de personas en el mundo- que por fin
han encontrado su cura.
¿Qué tan importante es que los
ciudadanos podamos conocer información respecto de la salud de nuestros
gobernantes, sobre todo en cargos de tanta relevancia para el país? Me parece
que el tema no es menor.
Ya el Dr. Ernesto Villanueva nos
compartía hace unas semanas en su colaboración con la revista proceso el asunto
que hoy tratamos y que denominó: “Enfermedad y Poder”, allí, nos hacía saber
que Estados Unidos, desde hace aproximadamente cuarenta años, ha venido
haciendo pública la información que encierra la salud de su clase política y
que en Europa los doctores Pierre Rentchnick y Pierre Accoce se dieron a la
tarea de estudiar la salud de los gobernantes y su impacto en la sociedad.
En México, pareciera que el tema no
tiene importancia, al menos por ahora, y sería un avance, además muy loable, que fuera el propio
Lujambio, -candidato natural- a quien le interese la creación de una ley donde,
-retomando las ideas del Dr. Villanueva- se haga pública la práctica de
exámenes de salud que de manera anual se les practique a los funcionarios,
aclarando que la publicidad tendría que ser exclusivamente respecto del impacto
que el servidor pudiera tener en el óptimo ejercicio de sus funciones.
Hoy, podemos hablar de ejemplos como
para que el tema se tome con la seriedad que se requiere, recordemos cuando en
el año dos mil tres se hablaba de un “vacío de poder” cuando el primer
mandatario Vicente Fox, fue operado de una hernia discal y de manera urgente
tuvo que ser intervenido pues tal dolor, se dijo, lo tenía "incapacitado
físicamente" permaneciendo cuatro horas bajo los efectos de anestesia
general, o también, cuando en pleno proceso electoral, la ex candidata
presidencial Josefina Vázquez Mota, estuvo a punto de desmayarse mientras
pronunciaba un discurso ante organizaciones civiles, y tuvo que ser auxiliada
para tomar asiento.
Sigo sosteniendo que es un tema que
más temprano que tarde tendrá que ser abordado, estoy segura que las y los
mexicanos consideramos que la salud de nuestros gobernantes debe ser un tema de
interés público desde hace tiempo.