No es casualidad que hayamos tenido que esperar hasta el 2012 para que Los vengadores (Joss Whedon), uno de los sellos emblema de la Marvel, tuviesen su adaptación cinematográfica. Este hecho se debe a dos motivos fundamentales: por un lado, el elevado presupuesto que exigía una película de estas características si el resultado aspirase a ser mínimamente digno -donde, recordemos, era necesaria recrear no a uno, sino a seis superhéroes diferentes, todo acompañado de sus secuencias de acción pertinentes-; y, por otro, y esta es la razón clave, por la decisión de la mítica editorial de cómics estadounidense de que el público -especialmente para los que no eran seguidores de la saga- se familiarizase con esta media docena de personajes, para lo cual era recomendable ofrecer primero las adaptaciones individuales de muchos de ellos, como es el caso de Iron Man, Hulk, Thor o El Capitán América. Y, sin duda, la jugada le ha salido perfecta: este saludable ejercicio de puro entretenimiento llamado Los Vengadores consigue, respetando el material de partida y demostrando máxima lealtad y cariño (¡por fin!) dar vida a unos personajes que han marcado la generación de gran parte del público, satisfaciendo así tanto a los fieles de la saga como a los recién llegados. Para prueba, las cifras: estamos ante la película de superhéroes más cara -210 millones de €- y más taquillera de la historia.