Felices pero egoístas. Los nuevos chilenos

 

. Entre los negativos, se encuentra nuestra creciente desconfianza. No le creemos a (casi) nadie. Miramos de reojo a nuestro alrededor, al vecino ¡hasta a los amigos! Comprensible por lo demás. Una buena cantidad de chilenos han sido violentados a través de algún robo, violencia o maltrato. Deambula mucha gente con heridas; dolores producto de malas relaciones, frustraciones o decepciones. Los invito a levantar cabeza y a hacer “de tripas corazón” y descubrir lo bueno de los tragos amargos. De toda mala experiencia se puede sacar una lección positiva y, tras un traspié, bueno es aprender de ello.Pero hay datos reveladores que apuntan a algo positivo. Buena parte de los chilenos se considera “feliz”. La prensa destacó una alta cifra, cerca del 80% por lo que tengo entendido. No es menor, eso indica que uno de cada 8 se siente “satisfecho o más que satisfecho” con su existencia. No sé si creer que sea tan alto. Somos de caretas y falsas apariencias. A nadie le gusta pasar por tristón o amargado. Nos gusta mostrar el lado amable de nuestra vida. Eso es bueno, pero a su vez es aún mejor confrontarse en forma realista con la propia vida, aprender y encarar los traspiés. Aunque resulte doloroso, es bueno reconocer los momentos tristes.Así y todo, me alegra que una mayoría entre nosotros contemple la vida con esperanza y optimismo. No es obvio. Y es bueno explotarlo positivamente.Lo preocupante es que es una alegría construida a pesar o sin el otro, vale decir solos. De hecho, la mayoría de los chilenos dice “no deberle mucho a la sociedad”. Y con esto no hablamos del gobierno, el Estado o las instituciones: hablamos del vecino, los amigos o barrio. Una pena ese aire de superación que se ha forjado prescindiendo del otro. O al menos, sin contar con quien tengo a mi lado. Y peor aún, sin agradecer en parte al menos al vecino el propio éxito.Es falso que nos domina un “gen egoísta”, el que nos hace pensar solo en nosotros. El ser humano está hecho para la convivencia y la solidaridad. De hecho, es mayor el número de personas dispuestas a tender una mano al otro, si se encuentra en un entorno dispuesto a lo mismo. La unidad y solidaridad pueden más. Sociedades de individuos egoístas y pensando solo en su progreso están condenadas al fracaso.Quizá nos mostremos felices. Ya es un paso importante. Pero podemos serlo de veras si nos damos más al otro; si quien tenemos al lado es objeto de nuestras preocupaciones; si nos compartimos y ayudamos mutuamente. Pruebe a hacerlo. Será más feliz.P.Hugo TagleTwitter: @hugotagle

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