El guionista David Serrano, artífice de rotundos éxitos del cine español como El otro lado de la cama y Los dos lados de la cama y una de las mayores bazas –y máximos dignificadores- con los que cuenta ese género de comedia de enredo típicamente española (rupturas, matrimonios, infidelidades…líos de parejas en general) que resurgió con fuerza a comienzos de siglo, demostró también su talento tras las cámaras en Días de fútbol (2003). Conjugando hábilmente el tono de disparatada comedia con el de crónica social, Serrano reflexiona en su ópera prima acerca de cuestiones como la madurez, el fracaso, en conformismo o la falta de valores en la sociedad actual. En este sentido es elogiable el esfuerzo del director por no quedarse en la mera anécdota o en el gag sin más pretensión que la carcajada, sino en ir más allá y en sacar el máximo partido a un conjunto de personajes que, lejos de estar colocados al azar, les sirve al realizador para lanzar varios dardos a esa sociedad española costumbrista y zafia, pero también entrañable, fácilmente reconocible en nuestro entorno. Especialmente sangrante en algunos momentos y con un buen puñado de excesos –verbales y visuales- y con algunas frases de guión políticamente incorrectas –algunos incluso dirán que de mal gusto, como los “chistes” sobre los inmigrantes-, Días de fútbol recupera, con tino, parte de la esencia de esos despropósitos protagonizados por el clan Pajares, Esteso y cía, sobre todo a lo que inconformismo y transgresión se refiere. Mención aparte merece ese fino retrato del macho ibérico español que se va de putas, bebe cerveza y ve el fútbol en televisión sobre el que gira tanto Días de fútbol como esa horneada de casposas películas surgidas en los años 70 y 80.