La sentencia contra Pitronello dictada por el Cuarto Tribunal Oral en lo Penal, de seis años en libertad vigilada revela la crisis de confianza en la Justicia Chilena. El Juzgado sentenció a Luciano Pitronello a seis años de libertad vigilada, luego que las condenas por los tres delitos que había sido sentenciado hace una semana, no sumaron más de cinco años. Este mismo tribunal determino que la colocación de la bomba en una sucursal bancaria no era un acto terrorista y es por ello que su pena logro ser la mínima.
“Pitronello fue beneficiado con la libertad vigilada. Los jueces lo sentenciaron a 541 días por daños y prejuicios, tres años y un día por posesión de artefacto explosivo y 541 días por uso de patente falsa”.(SIC)
El joven de 23 años sufrió la amputación de varios miembros de su cuerpo y había sido absuelto por delito terrorista. Pitronello arriesgaba un máximo de diez años de cárcel, de haber sido condenado a tal tipificación. Huelga comentar que su detención fue in fraganti y las pruebas lo incriminaban absolutamente. Pese a ello los jueces garantistas, evaluaron las pruebas inobjetables y pese al sentido común, aplicaron la sentencia antes aludida.
Esta situación, además de otras situaciones que salen en la prensa y televisión, calza perfectamente con las letras del afamado tango “Cambalache”, clásico tanguero y que fue estrenado en el año 1935 en Argentina.
Letra y música de Enrique Santos Discépolo (1935)
Que el mundo fue y será
una porquería, ya lo sé.
En el quinientos seis
y en el dos mil, también.
Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
barones y dublés.
Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldá insolente,
ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo
todos manoseados.
Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor,
ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador...
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
Lo mismo un burro
que un gran profesor.
No hay aplazaos ni escalafón,
los ignorantes nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, Rey de Bastos,
caradura o polizón.
¡Qué falta de respeto,
qué atropello a la razón!
Cualquiera es un señor,
cualquiera es un ladrón...
Mezclao con Stravisky
va Don Bosco y La Mignon,
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín...
Igual que en la vidriera
irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remache
ves llorar la Biblia
junto a un calefón.
Siglo veinte, cambalache
problemático y febril...
El que no llora no mama
y el que no afana es un gil.
¡Dale, nomás...!
¡Dale, que va...!
¡Que allá en el Horno
nos vamo’a encontrar...!
No pienses más; sentate a un lao,
que ha nadie importa si naciste honrao...
Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata, que el que cura,
o está fuera de la ley...
¡Cualquier parecido con la realidad chilena es simple coincidencia!
Andrea Perez Leyton,
Resulta vergonzoso como país que amparemos con tan liviandad este tipo de hechos.
Y resulta ofensivo para las personas que trabajamos cada día para construir un mundo en paz.