“Los grupos sanguíneos y la alimentación” (parte II), de Peter J. D’Adamo. Por Eduardo Rebollada.
El tipo O es el más antiguo y más básico,
superviviente en la cima de la cadena alimentaria, con un sistema inmune
resistente e ingobernable. El grupo A es de los primeros inmigrantes, forzados
por la necesidad de la migración adaptarse dietas y estilos de vida más
agrarios. Desde los primeros tiempos de la Humanidad, en la Prehistoria, los
seres humanos primitivos guiaban su vida fundamentalmente en la búsqueda de
alimento, incluyendo el desplazamiento para dar con él. Eran básicamente
oportunistas, dado que carecían la fuerza y velocidad de otros predadores.
Empezaban a ser racionales gracias a su astucia innata. A medida que nuestra
especie se desplazaba necesitaba ir adaptando su dieta a las nuevas
condiciones, adaptándose el tracto digestivo y el sistema inmune. Se estaba
pasando de ser cazador-recolector al semi-sedentarismo agrícola. Según se
destaca en el libro de D’Adamo, el grupo A surgiría hace, como mínimo, 15.000
años, en el periodo denominado Revolución Agrícola. El B surgiría poco después,
coincidiendo con las migraciones de nómadas, principalmente hacia las estepas
asiáticas, introduciéndose posteriormente en Europa (hacia los siglos IV a VII).
El último grupo (AB) es el más moderno, producto de la mezcla de los otros
grupos sanguíneos. Sólo el 5% de la población tiene sangre de este tipo.
Pero el libro del que hablamos realmente nos
interesa por las aportaciones que en cuanto a alimentación nos ofrece a los humanos
en función de nuestro grupo sanguíneo. En concreto, nos evitará muchos virus e
infecciones comunes, nos permitirá perder peso mientras nuestros organismos se
liberan de grasas y toxinas, nos permitirá también combatir las enfermedades
que amenazan nuestra vida y evitar muchos de los factores que causan un rápido
deterioro de las células, retrasando el envejecimiento. ¿Por qué? Porque es un
hecho reconocido que la nutrición o los alimentos que consumimos tiene un
impacto directo sobre el estado de nuestra salud y nuestro bienestar general. Y
una idea importante: Los seres humanos no tenemos más libertad para escoger
nuestra dieta correcta que para elegir nuestro sexo o color de cabello, puesto
que ya fue escogida por nosotros hace miles de años.
Así, el profesor D’Adamo incluye para cada
dieta específica de grupo sanguíneo 16 grupos alimenticios: carnes rojas y de
ave, pescados y mariscos, huevos y productos lácteos, aceites y grasas, nueces
y semillas, legumbres, cereales, panes y panecillos, granos y pastas,
vegetales, frutas, zumos y líquidos, especias, condimentos, infusiones de
hierbas y, finalmente, bebidas surtidas. Cada uno de estos grupos se subdivide,
a su vez, en tres categorías de alimentos: muy beneficiosos (actuarían como
medicamentos), neutros (actuarían como alimento) y no aconsejables (actuarían
como veneno).