La llegada de la
guerra civil en Siria
a sus principales ciudades: Damasco y Alepo, el atentado en el que
murieron cinco altos oficiales del círculo más cercano a Bashar al Assad, la última
Declaración en Doha de la Liga Árabe en la que de forma unánime,
se le pide su renuncia, facilitándole a él y a su familia una
salida segura del
país, las impactantes declaraciones del embajador ruso en París,
Alexander Orlov, en el sentido de que, Al Assad aceptaría irse, “pero de manera
civilizada” y las amenazas del gobierno
alauí de apelar a las armas químicas;
constituyen una señal inequívoca, de que la cuestión siria, entra en una fase decisiva.
En efecto, si bien es cierto que Moscú aclaró que las
palabras de su diplomático habían sido “mal interpretadas”, no lo desmintió tajantemente, más aún al matizar posteriormente sus
comentarios, Orlov, señaló que Al Assad podría estar preparado para
dimitir, "pero únicamente después de un proceso de negociaciones".
En otras términos, al
no producirse la desautorización
de su embajador, se debe inferir que hay
un cambio de fondo en la posición rusa, al no exigir que la
transición siria necesariamente la dirija,
Al Assad. De lo anterior se
colige, que tales declaraciones, en boca de
tan prominente representante de la diplomacia rusa, no son
palabras para que se las
lleve el viento, al contrario, estas tienen como objetivo palpar la
reacción a la propuesta de una salida
negociada para
Al Assad, tanto de la
oposición siria, como
de su principal valedor, Washington.
No es casual,
que en respuesta casi inmediata, Georges Sabra, portavoz del Consejo Nacional
Sirio, órgano principal de la oposición, diera la bienvenida a la oferta
de Orlov, cuando respondió que “estamos de acuerdo con que El Assad
abandone el poder y que lo transfiera a una de las personalidades del régimen
para que dirija el país durante un período de transición como el que se llevó a cabo
en Yemen”. Más aún, consultado sobre la “personalidad” que aceptaría la oposición, Sabra, admite que “Siria tiene patriotas incluso en el seno
del régimen y que algunos oficiales del Ejército sirio pueden desempeñar ese
papel”.
En sintonía con
tales declaraciones, Hillary Clinton, sostiene “que no es demasiado tarde para
que el régimen de Al Assad empiece a planificar una transición para encontrar
alguna solución que ponga fin a la violencia...” Si concatenamos los hechos, no
resulta difícil concluir, que lo que hoy
está en juego, no es si se queda o no Al Assad, dando por descontado su salida, sino, la reanudación de la tregua,
la escogencia de su reemplazo, el futuro
de su entorno, la composición del
gobierno de transición, la ayuda humanitaria, la protección de las armas químicas, el respeto
por un futuro gobierno electo de mayoría sunita, de los derechos
de las minorías religiosas y etnicas (alauíes, drusos, cristianos y
kurdos) y de sus compromisos
internacionales; en fin, la búsqueda
de una
solución, que entre la libia
y yemení; logre salvaguardar adecuadamente, los intereses de todos los actores en la crisis.
Por Euclides E. Tapia C. Profesor Titular de Relaciones Internacionales de la
Universidad de Panamá