"Belleza y sexo, vida y muerte, y así sucesivamente", de Eduardo Rebollada.
Es
realmente hermosa. Huelo sus feromonas, que me estimulan los sentidos y el
deseo. Con cierto miedo la tomo, palpo sus partes. Encuentro de nuestros sexos:
éxtasis.
Después,
me embarga un placer extraño. Aprecio la inconmensurable belleza de su rostro
mientras me abraza.
Ya no
quiero comprender. He dado toda mi energía. Ya no siento placer ni nada.
Mientras,
la mantis religiosa ha devorado ya la cabeza de su pretendiente y empieza con
el jugoso abdomen. “Carne de tu carne”, hubiera pensado él con resignación.