.elpais.com/articulo/cultura/Leo/Bassi/declarara/juez/delitos/sentimientos/religiosos/elpepucul/20110328elpepucul_4/Tes" target="_blank">Ayer salió en los periódicos
que la ASOCIACIÓN DE ABOGADOS CRISTIANOS y HazteOir.org (pero no se te
ocurra hablar.com, por lo que parece) han presentado una querella
contra Leo Bassi, el humorista, contra el Ateneo Republicano y contra
el rector de la Universidad vallisoletana, en base a algo sutil y
difuso denominado “presuntos delitos contra los sentimientos religiosos, injurias y calumnias“.Por lo que parece, tuvieron la osadía de ofrecer, a quienes quisieran presenciarla
(a diferencia de lo que ha ocurrido con las misas y sermones
religiosos católicos a lo largo de tanto tiempo, por cierto), una
conferencia sobre “Las raíces judeo-cristianas de Occidente: un fraude histórico a combatir”.
En ella, el señor Bassi (imputado como cómplice de la fechoría, si no
entendí mal) llevó a cabo un espectáculo, con parodia del Papa
incluida, en la que llegaba a bendecir preservativos, repartiéndolos
entre el público. Público que estaba allí porque quiso. Podía haber estado en casa, rezando el rosario.
El Juzgado de Instrucción número 6 de Valladolid entendió que la demanda tenía alguna base, y la ha aceptado a trámite. “Algo huele a podrido en Valladolid como diría Shakespeare”, se menciona en Cartas al Director, en el Diario de León.
Menos mal que veo que hay gente que discurre de forma lógica porque
reconozco que tuve que releer la noticia un par de veces, e incluso me
aseguré de que la fecha correspondiera a este marzo inestable de 2011.
Sí, 2011. Para el caso, bien hubiéramos podido encontrarnos en tiempos
de la dictadura–gloriosa–para–cuatro o en los más remotos y añorados por
la Iglesia, cuando se enseñoreaba de cuerpos y almas y decidía qué
opinaba su particular y único Dios sobre cada tema y qué debía
imponerse, sin importarle los sentimientos religiosos de nadie. Pero
no, no me equivocaba. Tercer milenio. Siglo XXI. Era aquí y ahora
cuando, de nuevo, tras tanto tiempo acallada, la gran derecha que nos
dejó estar mientras disfrutaba en la sombra de lo metódicamente robado
tras un golpe de estado al gobierno legítimo y una guerra sangrienta,
vuelve a asomar las orejas que nunca le fueron cortadas. Porque,
si vamos a presuntos delitos contra los sentimientos religiosos…
¿almas de cántaro, qué hay de los millones de mujeres a las que se
discrimina dentro de esa organización, inculcándoles que su Dios las considera personas de segunda clase,
no merecedoras de dar su misa o de ocupar los puestos más altos de la
jerarquía, los más deseados? (cada vez que dices eso, alguno te salta
con lo de que muchas abadesas tienen más poder que un obispo.
Incomprensible la cortedad de mente que implica tal razonamiento. Vamos a
ver, ¿puede llegar la mujer más santa del mundo a ser Papa? No. ¿Por
qué? Porque es mujer. Punto) Yo me sentiría tremendamente
vulnerada en mi sentimiento religioso, si no hubiesen hecho imposible
que lo tuviera, precisamente por cosas así. No puedo aceptar un
Dios que prefiere a uno o a otro en base a sus cromosomas o que eligió
para tener su hijo a una ¡¡¡niña virgen!!!, siendo su mayor valor
precisamente el serlo. No entiendo cómo no se ve la tamaña aberración
que implican todas esas leyendas. Y
eso intentó la Universidad de y Leo Bassi: explicar la gran falacia,
las mentiras del fraude histórico que subyace en todo ese credo tan
arraigado y tan enriquecido, poseedor de tierras, inmuebles y con un
auténtico mini-Estado (¿no decían que su reino no era de este mundo?)
como centro neurálgico de sus actividades. Lo que no les han querido
perdonar. ¿Por
qué no se hace nada al respecto de los comportamientos que muestran,
claramente contrarios a igualdad, justicia y respeto que exige una
sociedad moderna? Por ejemplo, imponer una igualdad absoluta en su
organización (igual que no se admitiría, digo yo, una organización que
dijera que “negros, zurdos y andaluces, no podrán acceder a los altos
cargos de nuestro alegre grupo”) o que, al menos, se le prive por ello
de todo pago estatal. Tiene delito, eso sí que es un delito, que se les
privilegie de semejante forma, siendo como es una asociación con vicios
y costumbres claramente discriminatorias. Esto, sin entrar en
ocultación de delitos varios y apología de la irresponsabilidad sexual
que puede llevar a millones de personas a una muerte atroz por
enfermedades como el SIDA. La
Iglesia Católica es una privilegiada en nuestro país, un estado
“supuestamente aconfesional” (entiéndase el término como se desee, igual
que lo hacen nuestros políticos). Insólitamente privilegiada, diría,
como puede verse en el hecho de que sus miembros tengan una seguridad
social que a otros credos se les niega y por lo que tienen que estar a vueltas también en tribunales. Se le entrega dinero del erario público en una situación de ventaja sobre cualquier otra confesión religiosa,
en base a argumentos rancios y totalmente inadmisibles a día de hoy,
pero de los que nadie habla, como no se habla de los temas que incomodan
a la vieja guardia que sigue latente en algún punto de la España
profunda. Y se aprovechan del poder de la tradición, del
miedo inculcado a través de los siglos, de la propaganda masiva y
destructiva ejercida sobre todas y cada una de las mentes que, para su
desdicha, han caído en su esfera de influencia. Se enseñó a
los pobres del mundo que este lugar era un valle de lágrimas (cómodo
argumento) en el que debía comportarse de cierta manera concreta, si
quería una vida mejor en un más allá construido a base de mentiras, y
curas, obispos y Papas comían en la mesa de los poderosos mientras se
adoctrinaba al sirviente a bajar la cabeza y asumir su condición de
inferioridad con el mejor espíritu. Abnegación,
hermano, es duro ver cómo tus hijos mueren de hambre aunque te
deslomes de sol a sol para el señorito, pero así es este mundo cruel.
Reza, el Señor proveerá… Cuánta infamia. Eso,
se ha arrastrado durante generaciones y todavía nos afecta. Doblar la
cerviz, abrir la boca para alabar, nunca para criticar, y pagar a la
Iglesia es lo que debe hacerse. Iglesia y Monarquía, que esa es otra, aunque debería ser protagonista de su propio artículo.
Callar ante la fuerza de estas instituciones es lo moral, lo que ya
casi llevamos incrustado en el ADN. Recuerdo discutir con mi padre sobre
lo de marcar la casilla de “dar mi dinero a la Iglesia Católica”
en los impuestos porque, a qué darles nada, si ni estábamos de acuerdo
en su comportamiento, en lo que hacen y ni siquiera íbamos a misa;
pero él seguía marcándola, cortando toda discusión con un incómodo “hay cosas que no se discuten”. Cosas que no se discuten…
Cosas que no se tocan. Ellos se pueden lucrar, y pueden haber cometido
las mayores tropelías, pero no están expuestos a crítica. Sólo
faltaría, que me rozas el sentimiento religioso. Aquí llegan los
Abogados Cristianos para poner las cosas en su sitio. Como si los
Abogados no se hubieran ganado ya suficiente mala fama; a temblar, que
estos son Cristianos. Y lo tienen en el nombre como algo destacable. ¿De verdad, también vamos a permitir que se nos atropelle de tal manera, que se sigan mermando así los Derechos Fundamentales? Con la Iglesia Católica hemos topado. Va siendo hora de derribar ese muro.Artículo publicado originalmente el 29 de marzo 2011 en el Blog de la escritora Díaz de Tuesta