“Un sencillo vestido negro es un libro que crea su propio interés, el interés del lector artesanalmente convocado por la poesía y por la vida. Sus páginas apelan a todos los sentidos: al de la vista, singularmente, pero el oído, el olfato y aun el tacto también son convocados. Los sentidos llegan a estas páginas porque acaso se echen de menos en la vida urbana del siglo XXI, fuera de las páginas de este libro. Su ausencia no es dramática, pero tal vez ésta denuncie cierta aspereza de la vida cotidiana en la que apenas hay momentos para una conversación apacible, para disfrutar de la música, de un perfume, de un recuerdo, de una imagen, de la amistad o de la lectura, de los recuerdos y de las ilusiones. El libro proviene de un modo reconciliado consigo mismo, en el que el tiempo no es sólo la medida de su rentabilidad; un mundo en el que el entendimiento no es sólo un envoltorio de las cosas y de las personas, sino el aire en el que éstas se bañan”.