Lamento profundamente los aparentes turbios manejos de algunas instituciones universitarias y espero, por el bien de ellas mismas y del sistema universitario, que se esclarezcan sus manejos financieros.Ahora bien, el funcionamiento de las instituciones universitarias privadas era de conocimiento público. Por ello, no entiendo cómo ahora, a más de 20 años de su instauración, se rasgan vestiduras y se pone el grito en el cielo, siendo que toda persona medianamente culta en este país, debió saber cómo funcionaban. En fin, es claro que hay una gran carencia en el sistema educacional, ya que esos mismos reclamos hablan de una ignorancia reprochable quizá a esa misma mala educación que tanto queremos mejorar.Cuidado con los reclamos lanzados al boleo. Ellos sólo enturbian y entrampan la posibilidad de dar una solución justa al problema educacional. Los supuestos “mercenarios” (palabra utilizada irresponsablemente por ahí) aparecerán como víctimas y finalmente pagarán justos por pecadores. Un gran porcentaje de las instituciones privadas han observado bien el sentido de la ley. Al parecer, otras no. Será materia del ministerio público dilucidarlo. Se trata de hacer cumplir la ley y no de transformar su mejoramiento en una caza de brujas que finalmente llevará a que, quienes han abusado de la buena fe de la le, pasen por injustamente perseguidos. Peligroso.La premura de ofrecer en su minuto centros de estudio superiores a cómo de lugar, dejó pasar abusos o a que se torciera el sentido del proyecto de educación superior. Puede ser. Pero tampoco se puede demonizar la iniciativa privada, que en este campo ha traído mucho bien. Miles de jóvenes han logrado un título profesional o técnico, donde antes no había nada. Es comprensible y justo que alguien busque una legítima retribución por una inversión que ha hecho, incluso en el campo educacional. Pienso en decenas de pequeñas escuelas de música, teatro, danza y pintura. Pensamos solo en las Ues privadas pero eso es antojadizo e ideologizado. Si buscamos acabar con el lucro, terminaremos apuntando a la señora que instaló una escuela de cocina en su barrio. También lucra.En fin, el discurso sobre “acabar con el lucro” comenzó bien, pero a estas alturas, la verdad, es un refrito en que, si somos consecuentes, perseguiremos al joven que ofrece clases particulares a su vecino para la PSU. A poner paños fríos a esto, ordenar el discurso y concentrarse en ofrecer mejor educación. Y que se corrijan los errores de una ley de universidades que, por lo visto, deja mucho que desear.P.Hugo TagleTwitter: @hugotagle