Diga ¡basta! al bullying

Ocurrió en un pueblo norteamericano. Un profesor jubilado, luego de 60 años de egresado del colegio, visitó a un ex – compañero de clases. Al salir éste a recibirlo, le disparó. La razón: una vieja riña escolar que ahora, luego de más de 60 años, este anciano quiso solucionar.Recordé esta noticia al leer sobre el bullying u hostigamiento escolar en Chile. Un 86% de los alumnos chilenos declaró ver insultos y burlas en su escuela o lugar de estudio. Es más, un 50% fue testigo de amenazas o golpes a compañeros de colegio. Chile se anota un triste record con esto, liderando las cifras de bullying a nivel latinoamericano.La medición de este tipo de comportamientos sociales es compleja, ya que nos movemos en una espesa maraña de complicidades, secretos, amenazas y delaciones. Tanto más cuando el medio en que se genera esta violencia escolar de baja pero peligrosa intensidad es caldo de cultivo para los abusos: la psicología de ganado lleva a que nadie quiera comentar nada sobre el otro; se cubran las espaldas o, peor, se minimicen los actos de violencia. Lo que objetivamente es grave es visto por los implicados, incluida la víctima, como menor o “sin importancia”. Y esa indiferencia puede llevar a mayores abusos. Y al momento de denunciarlos o buscarles una solución, lamentablemente ya será tarde.El tema no atañe solo al mundo escolar. Repercute en la forma de comprender la sociedad y de relacionarnos unos con otros. Las malas costumbres escolares se proyectan en el entramado social, trayendo consigo otras dificultades de (mala) convivencia. Quien ha sido abusado en el colegio, no pocas veces se transforma en un déspota en el ambiente laboral. O quien ha sufrido violencia escolar, caminará por la vida cargando consigo un lastre de penas y heridas que crecerán con el tiempo y lo volverán huraño y, lo peor, también violento.La tolerancia, el buen trato y el respeto a la diferencia es un tema que debe partir desde la educación y de ahí proyectarse a la sociedad en su conjunto.Por la fuerza de la costumbre y el peligro de subestimar los peligros, el “Bullying” no sólo se vuelve invisible, sino que puede llegar a gozar de cierta popularidad “selectiva”, esa que sobre todo el artificio televisivo presenta como parte aceptable del juego social de la manada. Un juego que termina con personas lesionadas físicas o emocionalmente de por vida, que proyectarán en otros sus frustraciones.Un buen trato no se da por generación espontanea. Es tarea cotidiana. Desafío pendiente y parte esencial de una educación de calidad.Hugo Tagletwitter: @hugotagle

 

. Un profesor jubilado, luego de 60 años de egresado del colegio, visitó a un ex – compañero de clases. Al salir éste a recibirlo, le disparó. La razón: una vieja riña escolar que ahora, luego de más de 60 años, este anciano quiso solucionar.Recordé esta noticia al leer sobre el bullying u hostigamiento escolar en Chile. Un 86% de los alumnos chilenos declaró ver insultos y burlas en su escuela o lugar de estudio. Es más, un 50% fue testigo de amenazas o golpes a compañeros de colegio. Chile se anota un triste record con esto, liderando las cifras de bullying a nivel latinoamericano.La medición de este tipo de comportamientos sociales es compleja, ya que nos movemos en una espesa maraña de complicidades, secretos, amenazas y delaciones. Tanto más cuando el medio en que se genera esta violencia escolar de baja pero peligrosa intensidad es caldo de cultivo para los abusos: la psicología de ganado lleva a que nadie quiera comentar nada sobre el otro; se cubran las espaldas o, peor, se minimicen los actos de violencia. Lo que objetivamente es grave es visto por los implicados, incluida la víctima, como menor o “sin importancia”. Y esa indiferencia puede llevar a mayores abusos. Y al momento de denunciarlos o buscarles una solución, lamentablemente ya será tarde.El tema no atañe solo al mundo escolar. Repercute en la forma de comprender la sociedad y de relacionarnos unos con otros. Las malas costumbres escolares se proyectan en el entramado social, trayendo consigo otras dificultades de (mala) convivencia. Quien ha sido abusado en el colegio, no pocas veces se transforma en un déspota en el ambiente laboral. O quien ha sufrido violencia escolar, caminará por la vida cargando consigo un lastre de penas y heridas que crecerán con el tiempo y lo volverán huraño y, lo peor, también violento.La tolerancia, el buen trato y el respeto a la diferencia es un tema que debe partir desde la educación y de ahí proyectarse a la sociedad en su conjunto.Por la fuerza de la costumbre y el peligro de subestimar los peligros, el “Bullying” no sólo se vuelve invisible, sino que puede llegar a gozar de cierta popularidad “selectiva”, esa que sobre todo el artificio televisivo presenta como parte aceptable del juego social de la manada. Un juego que termina con personas lesionadas físicas o emocionalmente de por vida, que proyectarán en otros sus frustraciones.Un buen trato no se da por generación espontanea. Es tarea cotidiana. Desafío pendiente y parte esencial de una educación de calidad.Hugo Tagletwitter: @hugotagle

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