En toda América Latina se celebra
con mayor o con menor entusiasmo la llamada Noche de San Juan, del 23 de Junio
al 24 de Junio de cada año. Es una vieja herencia cultural de celebraciones de
las antiguas religiones solares de occidente, como el Culto de Mitra, Osiris,
Lug, Ra, transferidos al cristianismo en los tiempos de la iglesia primitiva y
de la primera organización de la liturgia, con su calendario.
Así Cristo se nos presenta en
esas antiguas predicaciones a los pueblos paganos como el Nuevo Sol de
Salvación, y los cultos primeros como el sol declinante o menguante. Ello
basado en las palabras mismas de San Juan Bautista, que al aparecer Jesús como
gran predicador y profeta, con su mensaje mesiánico, dice en el evangelio: ES
NECESARIO QUE EL CREZCA Y YO MENGÜE. De esa manera se eclipsa la religión Judia
y su templo, y la nueva religión emerge pujante inundando al todo el imperio
romano con su luz y su amor de caridad.
Pero los viejos ritos de
iluminación profética de los druidas y de los iniciados de persia y de egipto
sobreviven en decenas de costumbres que buscan consultar a los Dioses, a los
Ángeles, y a los muertos acerca del destino de los vivos. La gente quiere
saber, expandir su conocimiento, vencer al miedo y a la ignorancia, y así
aplica viejos procedimientos, viejas técnicas de iluminación suprasensorial,
para descorrer los velos que la madre Isis puso a la mente y a los sentidos del
hombre para frenar su ansia de saber.
De allí surgen leyendas
semiluciferinas que afirman que quien se recueste sobre una higuera e invoque
al diablo podría, por ejemplo, aprender a tocar guitarra sin maestro, en una
sola noche, en la misma noche de san Juan, de modo instantáneo o milagroso. O
saber con quién se va a casar, si es soltero o soltera. O conocer cómo le irá
en las cosechas o en los negocios, metiendo patatas debajo de la cama. Y la
cosa se pone más luciferina y peligrosa cuando las abuelas nos dicen que para
hacer los experimentos de la noche de san Juan se debe rezar el Padre Nuestro
al revés, lo mismo el Avemaría. Esa práctica ya es propiamente satánica, y
pertenece los ritos de la magia negra en si.
Pero lo realmente valioso de
estas supervivencias religiosas para expandir la cognición humana acudiendo a
energías religiosas, es el rito del espejo, el lavatorio y las velas. Nos evoca
la copa de plata de José en Egipto, que el patriarca vidente utilizaba para la
adivinación profética. Como también el bol o cuenco de agua que Michel de
Nostradamus utilizaba para concentrarse y tener visiones divinas.
Así los actuales seguidores de
esas prácticas pretéritas se sientan a la media noche delante de una mesa, ella
ponen un lavatorio o un plato grande con agua, al frente situan un espejo
grande o mediano, encienden dos velas que ponen a los costados de la vasija con
agua, y tomando un paño blanco, rodeados de la oscuridad de la noche y en
soledad, se lo ponen frente al rostro y el pecho sujetándolo con las puntas de
los dedos de ambas manos.
Invocan a Dios y esperan una
respuesta en forma de visión, contemplando fijamente el reflejo del paño blanco
en el espejo hasta alcanzar una especie de trance y somnolencia, de repente su
conciencia se introduce en la blancura lechosa del espejo y atraviesa una
especie de niebla o de tunel, al final del cual ven símbolos, cuadros mentales
completos, escuchan voces, y retornan a la conciencia vigílica con alguna
información oculta que antes no tenían.
Lo interesante de esos
experimentos ancestrales que han sobrevivido hasta hoy es que no se encuentran
vinculados a las drogas, como ocurre con las religiones del peyote, o las de la
Ayahuasca, o de la hierba de san Pedro. Se trata de explotar las
potencialidades sanas del espíritu humano y su elevación a un estado de
conexión con aquella Mente que está por encima del Tiempo y del Espacio. Tal
vez los exploradores modernos de las Ciencias Noéticas saquen provecho de estos
datos, razón por la cual los doy a conocer, y porque he conocido personas
concretas que han tenido éxito en esos experimentos psíquicos.
,
Gracias maestro Fernando, es un tema intgeresante,, sobre todo para los aprendices.
Fernando Edmundo del Cármen Laredo Cárter, Escritor
Pido disculpas a mis lectores por una errata. En vez de 14 de Junio debería decir 24 de Junio. Noche del 23 al 24 de Junio.