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En
España, tardíamente, se está asumiendo una realidad que se venía incubando
desde los gobiernos socialistas que hicieron crecer el aparato público, generando
una burocracia insostenible. Recuerdo que el 2008, Zapatero creó el “Ministerio
de la Igualdad”, una panfletaria decisión de generar discriminaciones positivas
a favor del género femenino, con un gastadero de plata sin sentido, que iba
drenando las finanzas públicas. Otro aspecto detectado fue la colusión de los
burócratas de turno con la banca; por ejemplo, el pago de tributos a las
importaciones se le dejaba 30 días a la banca, sin cobrarle ningún interés,
permitiendo que los bancos trabajasen el dinero público en un pingüe negocio.
Además, pude comprobar que no existía un efectivo censo tributario, es decir,
no había un registro de contribuyentes importadores sobre los cuales poder ejercer
la fiscalización tributaria. Esto se traducía en una alta evasión por la
actuación de importadores informales, lo que en definitiva se traducía en IVA
incobrable.
La
ciudadanía, a partir del movimiento de los indignados del 15M, se manifestó frente
a la dominación que ejerce sobre las economías nacionales el sistema financiero
internacional, articulador de un orden mundial que ha reducido la soberanía de
los Estados a su mínima expresión, buscando la subordinación de la normativa
interna a reglas del juego supranacionales que den amplia protección y privilegio
a los flujos de capitales, de comercio y servicios. La confrontación con el
sistema financiero internacional, la especulación y la usura, tiene un parangón
emblemático en la lucha que ha dado Islandia, país en el que se declaró
inconstitucional e ilegítimo que el Estado deba asumir la deuda de privados, se
encarceló a los responsables de la crisis financiera y se ofreció pagar deuda
con el patrimonio de esos banqueros que habían llevado al quebranto al país.
Otros países han hecho lo contrario, cuando han llegado los fondos de rescate
lo primero que se ha cancelado son los millonarios bonos de retiro o
indemnizaciones de los ejecutivos del sistema, los mismos que debieran de estar
presos por sus delitos económicos. Por lo tanto, Islandia ha sido un caso
excepcional, contestatario a la corriente imperial de esta dictadura financiera
mundial; un ejemplo ético de resistencia, que abre esperanzas de que se puede
recuperar la soberanía popular al interior de la sociedad y recuperar la independencia
del Estado frente a los poderes del dinero global.
Si
España pudiese seguir el ejemplo de Islandia
(youtu.be/J0Z7EjoLmxE )
, esto debería significar un cambio político profundo. Alguien en quien confiar
para que alcance el respaldo social necesario como para asumir con realismo, que
el país toque fondo para ponerlo de pie con dignidad nacional, retrocediendo
quizás del consumismo extendido para volver a una vida más modesta pero más
justa, en términos de un Estado que haga pagar las deudas a quienes fueron los
responsables de las malas prácticas y no
al conjunto de la sociedad. Quizá este camino le significaría a España
cerrarse en ella misma, pero es una opción que se podría barajar en la medida
que se fortalezca la base social y surjan los consensos de fondo para cambios
estructurales en España, lo que podría significar incluso refundar una
República.
Periodismo Independiente, Hernán Narbona Véliz, para Noton Sevilla,
España, 16 de junio de 2012.