. Eso es al menos lo que leo en las noticias. Nada se dice de si es un alto o bajo promedio en comparación con otros países pero, la cantidad de autos y buses estacionados en los casinos a la salida de Santiago – no sé cómo será en otras ciudades – ratifica ese crecimiento en el gasto lúdico de nuestros conciudadanos. Y, dicho sea de paso, alguien gasta mis $43 mil, ya que yo no he pisado nunca uno de esos locales.¿Qué decir sobre este fenómeno creciente? El juego de azar en sí no es malo. Pero sí puede llevar a caer, y facilmente, en una espiral viciosa de la que no pocas veces es dificil salir. Como muchas cosas en la vida, la moderación y prudencia serán las mejores consejeras. Sé que los mismos casinos toman precauciones para que los clientes sean prudentes y realicen gastos en un nivel razonable. Eso he escuchado al menos. De manera que, lo que debería ser un momento de distracción y sana entretención, no devenga en una sangría de lamentables consecuencias.Como sea, esto habla de un cambio de costumbres y un uso distinto del tiempo libre entre los chilenos, así como de su mayor poder adquisitivo, vale decir, sueldos.Pero cuidado. No nos engañemos. Habrá que hacer un estudio más exhaustivo de las consecuencias de una dinámica social nueva para la cual la mayoría de los nuevos usuarios no estaba preparada. Habrá que ver cómo se desarrolla este fenómeno, de manera tal que no traiga consecuencias nocivas para el entramado social. Pienso en endeudamientos, mayores crisis matrimoniales, perdida de trabajo.Pero aprovecho la oportunidad para tocar un tema que tiene relación con esto. No hay duda: hemos cambiado de hábitos, hay más tiempo libre.Paradojalmente, los chilenos nos hemos vuelto sedentarios. A pesar de los esfuerzos gubernamentales y de cuanta ONG existe, a la mayoría de los chilenos no se los puede sacar de casa ni quitarle el control remoto. Las cifras de aumento de enfermedades derivadas del escaso deporte son alarmantes. De seguir con un ritmo de vida tan poco sano, el chileno promedio de unos años más será gordo, debil y propenso a taquicardias y diabetes.No puede ser que solo los salones de juego sean quienes experimenten una bonanza. Urgen políticas de apoyo al esparcimiento familiar, parques y juegos de diversión. Algo hemos mejorado. Pero basta una pequeña vuelta por Santiago y percatarse con tristeza que lo verde no es lo que abunda. Cemento, cablerío, calles estrechas y hacinadas. La mejor diversión será con los propios. Algo de imaginación y la vida se puede transformar en un juego sano, inclusivo y familiar. Y de bastante menor costo.P.Hugo Tagle@hugotagle