La cuestión del emplazamiento del escudo antimisiles estadounidense en Europa, una vez más ha exacerbado
las tensiones en las relaciones entre Rusia y los Estados Unidos. Las
negociaciones se encuentran
en un callejón sin salida, pues Washington se niega a facilitar garantías jurídicas, de que los misiles
no serán desplegados
contra Moscú.
En opinión
de expertos europeos, el escudo antimisil, se crea
para limitar los posibles daños que pueda causar acciones militares
de cualquier adversario potencial, sobre
todo los que están dotados
de misiles balísticos, capaces de alcanzar a los Estados Unidos y sus aliados.Pero no solo eso, en la práctica, con la instalación del escudo antimisiles, Washington tendrá la oportunidad de ejercer presión sobre los países de
la OTAN y de otros Estados aliados de
diferente manera y en diferentes situaciones. Y tal función por lo visto, puede
convertirse en la principal. Aparte de
ello, el sistema
antimisiles le
permite a la
OTAN conservar la capacidad de utilizar las fuerzas armadas convencionales
contra cualquier adversario dotado de armamento atómico.
El asunto gira en torno a los casos de
"intervenciones para restablecer el
orden internacional", que supuestamente puedan ocurrir en virtud de acciones
agresivas por parte de Estados poseedores de armas nucleares contra sus
vecinos. Se entiende que se trata de
países como Irán y Corea del Norte. Según algunos analistas
europeos, un efectivo ABM,
permitirá que los países que no está dotados de armas nucleares, decidan
renunciar a su adquisición y que al mismo tiempo ello crearía condiciones propicias para el logro acuerdos sobre el desarme nuclear.
De lo
que no se habla en Europa y en otras
latitudes, es sobre el avance
de las investigaciones relativas
al perfeccionamiento del nivel
ofensivo del sistema de defensa antimisil. La
mejora en
la calidad de ojivas nucleares y de los complejos
de defensa anti misiles para superar a los misiles rusos a conducido a los
estrategas estadounidenses a la renuncia al uso de ojivas cinéticas en el sistema antimisiles, obligándose a volver a examinar las bondades de la explosión nuclear. Sin embargo, como muestran los cálculos, incluso
el uso limitado de algunos cientos de ojivas nucleares “limpias”, provocará la destrucción de la capa de ozono y la
acumulación del humo las capas superiores de la
atmósfera a lo largo de muchos años, acarreará consecuencias
desastrosas para el cambio climático, la agricultura y la salud de las
personas.
En efecto, las consecuencias de una
hecatombe nuclear, produciría una
catástrofe a la humanidad
tal, que la temperatura bajaría de
manera drástica, inmediatamente después de la explosión y la oscuridad sería casi
total, además de que las cenizas y otras partículas producidas por los
incendios y detonaciones alcanzarían y permanecerían en la estratosfera, oscureciendo la luz
del sol.
De
esta manera, un conflicto nuclear de cualquier
envergadura, sea este
global o localizado, tendrá resultados fatales, pues produciría una nube
gigante de polvo radiactivo sobre gran parte de la tierra, situación de la que son conscientes tanto Rusia, como Estados Unidos.
Por lo tanto, cualquier
intento de reducir los efectos del uso de las
armas nucleares utilizando el Tratado ABM, "la bomba
limpia" o bomba de neutrones, o la bomba de carga miniaturizada (minibomba nuclear B 61-11
o mini-nuke); tendría consecuencias desestabilizadoras para la seguridad internacional. No hay duda de que el desarrollo de cualquier tipo de armas nucleares miniaturizadas
y el
lanzamiento del reciente programa de defensa antimisiles, se
implementan con la intensión confesa de esquivar tanto el Tratado
de no proliferación mundial, como el Tratado
sobre Misiles Anti-balísticos
o ABM (Strategic Arms Limitation Talks), de
1972, vigente hasta el 2002.
En la actualidad, tal parece que el proyecto de
defensa antimisil estuviese
sincronizado con la función de
inducir a socios y no socios, a abocarse a considerables e
innecesarios gastos de defensa. Esto
deja la sensación de que, los Estados Unidos y, en
particular, los países de la OTAN pertenecientes a la zona euro, buscan salir de la crisis financiera, a través de la implementación de programas
militares faraónicos, al tiempo
que de paso, obligan
a Rusia, a realizar inconmensurables gastos
militares sin sentido y así desviarla
del cumplimiento de objetivos estratégicos para el desarrollo
de su economía.
En resumen, es evidente que el despliegue unilateral de las instalaciones del sistema antimisiles norteamericano
en Europa, dificulta los esfuerzos para contrarrestar amenazas comunes, entre ellas la proliferación de
las armas nucleares y de misiles. Precisamente esto es lo que debe
considerarse como el mayor peligro y no la
supuesta amenaza nuclear de
terceros Estados, enfoque este,
propio de la época de la guerra fría.
Por: Euclides E. Tapia C. Profesor Titular de Relaciones Internacionales
de la Universidad de Panamá